Comenzó la música, y un borracho que estaba sentado vio a una señora de negro que estaba sentada al frente suyo.
Tambaleante se aproximó y le dijo:
- Hic!....Mi Negra ¿me da el placer de este baile?
- No!
- Hic!... ¿Y por qué no?
La negra contestó:
- Pues por cuatro motivos:
Primero, porque usted está borracho.
Segundo, porque esto es un velorio.
Tercero, porque el Ave María no se baila
Y cuarto, porque 'mi negra' será Tu Madre, YO SOY EL CURA'!!!!!
miércoles, 23 de noviembre de 2011
lunes, 21 de noviembre de 2011
DIABETES - Lo que mata es la ignorancia
14 DE NOVIEMBRE - DIA MUNDIAL DE LA DIABETES
Lo que mata es la ignorancia
Por Jordana Dorfman
Cuando un diabético tipo 2 estima que al salir del gimnasio podrá comer un alfajor sin dañar su salud, cuando un pibe tipo 1 se aplica insulina, o un LADA evalúa con cuánto champagne puede brindar en su casamiento sin terminar con un bajón de glucosa, incluso cuando una embarazada con diabetes gestacional mide su azúcar con ese aparatito especial que le dio el médico, o una joven con MODY guarda un jugo azucarado en su mochila, lo que están haciendo es reemplazar las funciones que su páncreas ya no puede cumplir.
Todos padecen alguna forma de diabetes mellitus.
Y lo que tienen en común es que la clase de azúcar que actúa como principal fuente de energía del organismo, la glucosa, no logra entrar en forma efectiva en las células. Entonces allí se queda, aferrada a los glóbulos rojos, y el cuerpo comienza a clamar por alimento, a padecer su ausencia y el exceso de azúcar en la sangre. Esta dificultad de la glucosa para incorporarse a los tejidos se debe a la falta total o parcial de insulina, una hormona que genera el páncreas y que se encarga de facilitar esa incorporación.
Así es como el señor, el pibe, el novio, la embarazada y la chica deben controlar sus niveles de glucemia (cantidad de azúcar en la sangre), inyectarse insulina, tomar medicación, o ambas, aprender cómo esa glucemia se ve afectada por la actividad física, por el descanso, por resfríos, por diversos tipos de comidas, en definitiva por todas las cuestiones cotidianas. Y de acuerdo a estos parámetros llevan adelante su tratamiento, que los diabetólogos suelen tildar de “artesanal”, ya que cada persona requiere de indicaciones particulares de acuerdo a sus rutinas y a la propia reacción del cuerpo. Pero tienen un objetivo común, mantener los niveles de glucemia estables y dentro de ciertos parámetros para vivir sanos. Porque es posible vivir sano a pesar de la diabetes y pisar el freno de las complicaciones.
“AZUCAR QUE ME HICISTE MAL, Y SIN EMBARGO”...
En la década del ’90 se confirmó con un estudio amplio lo que se sospechaba desde hacía décadas, el mantener los niveles de glucosa en la sangre dentro de un rango normal disminuye las posibilidades de padecer complicaciones de la diabetes mellitus. Se trató de la Prueba de Control y Complicaciones de la Diabetes (DCCT, sus siglas en inglés, del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y de Riñón de EE.UU.). Luego, se continuó con otro, denominado EDIC, para determinar factores para predecir aparición de enfermedades cardíacas y complicaciones por diabetes en ojos, riñones y nervios.
También, evaluó los beneficios del control intensivo, además del costo-beneficio de esta práctica.
El control intensivo implica no menos de cuatro mediciones de glucemia y como mínimo tres aplicaciones de insulina por día o utilizar una bomba infusora (que se “conecta” al cuerpo por medio de una aguja subcutánea y provee de insulina las 24 horas del día), entre otras cuestiones. Estos ensayos mostraron que mantener los niveles de glucosa en la sangre lo más cerca posible de lo normal evita o retrasa la aparición de las complicaciones de la diabetes mellitus, e incluso puede llegar a frenar su avance en los casos que ya se declararon.
A pesar de que estos estudios se realizaron en personas con diabetes tipo 1, los investigadores determinaron que sus conclusiones también se aplican a personas con diabetes tipo 2 (que representa aproximadamente el 90 por ciento de los casos, un 7 por ciento para tipo 1 y el 3 por ciento restante las otras formas). Sin embargo, no todo es color de rosa.
FACTORES EN JUEGO
Algunos estudios más actuales, como el Accord (Acción para Controlar el Riesgo Cardiovascular en Diabetes, según sus siglas en inglés, también del Instituto de Diabetes de EE.UU.), indican que en tipo 2 el ajuste de glucemia adecuado debe establecerse para cada paciente, de lo contrario podría ser negativo (y el uso del condicional “podría”, está vinculado con que el estudio continúa con nuevas pautas). Es más, los diabetólogos, para cualquier tipo de diabetes, indican a cada persona un propio objetivo ideal de glucemias, relacionado con diversos factores, como la edad por ejemplo. Además, existen hormonas que intervienen subiendo (como adrenalina o cortisol) o bajando los niveles de azúcar en la sangre, de las que queda mucho por descubrir.
Aparte todos –usen o no insulina– deben evitar o “atajar” a tiempo las hipoglucemias y las hiperglucemias, es decir, niveles de azúcar en sangre debajo de lo normal en el primer caso y por arriba en el segundo. La hipoglucemia mal tratada puede llevar a coma e incluso muerte. Pero el saber cómo actuar ante este bajón permite continuar con las actividades del día, casi casi, como si no hubiera pasado nada. Por otro lado, la hiperglucemia prolongada puede llevar a cetoacidosis –una especie de “auto” intoxicación–, así como a deshidrataciones graves. Y entonces aquí aparece otro factor relacionado con los desafíos que debe afrontar un diabético. El signo pesos entra a la cancha.
La mayor parte de los insumos necesarios para el control de la diabetes son caros. En Argentina existen leyes que reglamentan los derechos de los diabéticos y facilitan, hasta cierto punto, el acceso a un buen tratamiento; rigen para obras sociales, prepagas e incluso para el Estado en caso de que se carezca de cobertura médica. Pero a veces, lograr que estas leyes se cumplan es un factor más en juego del que debe ocuparse el paciente para lograr el ansiado buen control.
Un tratamiento ideal requiere de educación diabetológica, en lo posible brindada por un equipo interdisciplinario de profesionales que dé indicaciones y contenga ante las vicisitudes de una enfermedad crónica. Además, es importante acceder a todos los insumos, incluso al medidor portátil de glucemia. Y entonces, será más fácil lograr el equilibrio de un modo razonable, de un modo que permita moderar y hasta evitar las complicaciones de la diabetes.
LOS TRATAMIENTOS EFECTIVOS AVANZAN, LOS MITOS PERDURAN
La diabetes mellitus se conoce desde hace milenios, la velocidad de evolución de la enfermedad dependía del tipo de diabetes, pero siempre llegaban graves complicaciones y muerte. Pero hoy no debe ser así. Poco a poco, se fue conociendo su vínculo con los carbohidratos (harina, azúcar, almidón, que el cuerpo transforma en glucosa) y el papel del páncreas; hasta que en 1922 se aplicó por primera vez insulina a un niño con diabetes tipo 1 y poco más de un año después se utilizó en Argentina. En la década del ‘40 surgieron los primeros medicamentos orales.
La determinación de los niveles de azúcar en sangre en diferentes momentos del día es una herramienta fundamental, ya que permite al diabético actuar en relación a ese valor, ya sea para mantenerlo, subirlo o bajarlo. Durante muchos años, se utilizaron tiras reactivas que estimaban la cantidad de glucosa presente en la orina, que reflejaba la glucemia de horas anteriores. Ya en la década del ‘60 se crearon tiras reactivas que medían el nivel de azúcar en la sangre y, a pesar de funcionar con un gran margen de error, permitían realizar ajustes importantes en el tratamiento. Pero no era fácil obtener esa tecnología.
En adelante, se suscitaron grandes mejoras en los tipos de insulinas, en los tratamientos orales, en los medidores de glucemia, incluso las bombas infusoras de insulina se hicieron accesibles y se profundizaron los conocimientos sobre los diversos tipos de diabetes.
Hoy se puede realizar el diagnóstico temprano, prevenir las complicaciones, frenar las existentes, e incluso evitar su aparición en algunas personas propensas al tipo 2. Sin embargo, aún existen mitos y temores sobre la enfermedad que atentan contra la prevención y el buen control.
Una nueva encuesta de la Federación Argentina de Diabetes de 2010 obtuvo resultados similares a otra realizada hace más de tres años. Concluyó que un 61 por ciento de los encuestados consideraba que la insulina afecta la visión, los riñones y el corazón, lo que es falso; de hecho, un buen uso de esta hormona puede evitar esas afecciones. Además, un 53 por ciento creía que un diabético tiene prohibido comer pan, azúcares o pastas, lo que también es erróneo; un diabético puede consumir de todo, no necesita alimentos “especiales”, sólo debe saber cuándo, cómo y cuánto. Otro resultado que contrasta con la realidad de la enfermedad hoy es que el 62 por ciento entendía que no importa qué se haga, la diabetes lleva a complicaciones en vista, piernas, corazón y riñones, lo cual es
equivocado también.
Deberá haber algún punto de intersección entre el acceso a la información fidedigna, a la educación diabetológica y a los insumos necesarios, para que ese casi 50 por ciento de diabéticos argentinos que no sabe que padece la enfermedad se entere antes de que lleguen las complicaciones y para que el 70 por ciento de los que lo saben y no se tratan, comiencen a hacerlo.
Nota aportada por mi amigo Luis Daniel Herrera
Lo que mata es la ignorancia
Por Jordana Dorfman
Cuando un diabético tipo 2 estima que al salir del gimnasio podrá comer un alfajor sin dañar su salud, cuando un pibe tipo 1 se aplica insulina, o un LADA evalúa con cuánto champagne puede brindar en su casamiento sin terminar con un bajón de glucosa, incluso cuando una embarazada con diabetes gestacional mide su azúcar con ese aparatito especial que le dio el médico, o una joven con MODY guarda un jugo azucarado en su mochila, lo que están haciendo es reemplazar las funciones que su páncreas ya no puede cumplir.
Todos padecen alguna forma de diabetes mellitus.
Y lo que tienen en común es que la clase de azúcar que actúa como principal fuente de energía del organismo, la glucosa, no logra entrar en forma efectiva en las células. Entonces allí se queda, aferrada a los glóbulos rojos, y el cuerpo comienza a clamar por alimento, a padecer su ausencia y el exceso de azúcar en la sangre. Esta dificultad de la glucosa para incorporarse a los tejidos se debe a la falta total o parcial de insulina, una hormona que genera el páncreas y que se encarga de facilitar esa incorporación.
Así es como el señor, el pibe, el novio, la embarazada y la chica deben controlar sus niveles de glucemia (cantidad de azúcar en la sangre), inyectarse insulina, tomar medicación, o ambas, aprender cómo esa glucemia se ve afectada por la actividad física, por el descanso, por resfríos, por diversos tipos de comidas, en definitiva por todas las cuestiones cotidianas. Y de acuerdo a estos parámetros llevan adelante su tratamiento, que los diabetólogos suelen tildar de “artesanal”, ya que cada persona requiere de indicaciones particulares de acuerdo a sus rutinas y a la propia reacción del cuerpo. Pero tienen un objetivo común, mantener los niveles de glucemia estables y dentro de ciertos parámetros para vivir sanos. Porque es posible vivir sano a pesar de la diabetes y pisar el freno de las complicaciones.
“AZUCAR QUE ME HICISTE MAL, Y SIN EMBARGO”...
En la década del ’90 se confirmó con un estudio amplio lo que se sospechaba desde hacía décadas, el mantener los niveles de glucosa en la sangre dentro de un rango normal disminuye las posibilidades de padecer complicaciones de la diabetes mellitus. Se trató de la Prueba de Control y Complicaciones de la Diabetes (DCCT, sus siglas en inglés, del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y de Riñón de EE.UU.). Luego, se continuó con otro, denominado EDIC, para determinar factores para predecir aparición de enfermedades cardíacas y complicaciones por diabetes en ojos, riñones y nervios.
También, evaluó los beneficios del control intensivo, además del costo-beneficio de esta práctica.
El control intensivo implica no menos de cuatro mediciones de glucemia y como mínimo tres aplicaciones de insulina por día o utilizar una bomba infusora (que se “conecta” al cuerpo por medio de una aguja subcutánea y provee de insulina las 24 horas del día), entre otras cuestiones. Estos ensayos mostraron que mantener los niveles de glucosa en la sangre lo más cerca posible de lo normal evita o retrasa la aparición de las complicaciones de la diabetes mellitus, e incluso puede llegar a frenar su avance en los casos que ya se declararon.
A pesar de que estos estudios se realizaron en personas con diabetes tipo 1, los investigadores determinaron que sus conclusiones también se aplican a personas con diabetes tipo 2 (que representa aproximadamente el 90 por ciento de los casos, un 7 por ciento para tipo 1 y el 3 por ciento restante las otras formas). Sin embargo, no todo es color de rosa.
FACTORES EN JUEGO
Algunos estudios más actuales, como el Accord (Acción para Controlar el Riesgo Cardiovascular en Diabetes, según sus siglas en inglés, también del Instituto de Diabetes de EE.UU.), indican que en tipo 2 el ajuste de glucemia adecuado debe establecerse para cada paciente, de lo contrario podría ser negativo (y el uso del condicional “podría”, está vinculado con que el estudio continúa con nuevas pautas). Es más, los diabetólogos, para cualquier tipo de diabetes, indican a cada persona un propio objetivo ideal de glucemias, relacionado con diversos factores, como la edad por ejemplo. Además, existen hormonas que intervienen subiendo (como adrenalina o cortisol) o bajando los niveles de azúcar en la sangre, de las que queda mucho por descubrir.
Aparte todos –usen o no insulina– deben evitar o “atajar” a tiempo las hipoglucemias y las hiperglucemias, es decir, niveles de azúcar en sangre debajo de lo normal en el primer caso y por arriba en el segundo. La hipoglucemia mal tratada puede llevar a coma e incluso muerte. Pero el saber cómo actuar ante este bajón permite continuar con las actividades del día, casi casi, como si no hubiera pasado nada. Por otro lado, la hiperglucemia prolongada puede llevar a cetoacidosis –una especie de “auto” intoxicación–, así como a deshidrataciones graves. Y entonces aquí aparece otro factor relacionado con los desafíos que debe afrontar un diabético. El signo pesos entra a la cancha.
La mayor parte de los insumos necesarios para el control de la diabetes son caros. En Argentina existen leyes que reglamentan los derechos de los diabéticos y facilitan, hasta cierto punto, el acceso a un buen tratamiento; rigen para obras sociales, prepagas e incluso para el Estado en caso de que se carezca de cobertura médica. Pero a veces, lograr que estas leyes se cumplan es un factor más en juego del que debe ocuparse el paciente para lograr el ansiado buen control.
Un tratamiento ideal requiere de educación diabetológica, en lo posible brindada por un equipo interdisciplinario de profesionales que dé indicaciones y contenga ante las vicisitudes de una enfermedad crónica. Además, es importante acceder a todos los insumos, incluso al medidor portátil de glucemia. Y entonces, será más fácil lograr el equilibrio de un modo razonable, de un modo que permita moderar y hasta evitar las complicaciones de la diabetes.
LOS TRATAMIENTOS EFECTIVOS AVANZAN, LOS MITOS PERDURAN
La diabetes mellitus se conoce desde hace milenios, la velocidad de evolución de la enfermedad dependía del tipo de diabetes, pero siempre llegaban graves complicaciones y muerte. Pero hoy no debe ser así. Poco a poco, se fue conociendo su vínculo con los carbohidratos (harina, azúcar, almidón, que el cuerpo transforma en glucosa) y el papel del páncreas; hasta que en 1922 se aplicó por primera vez insulina a un niño con diabetes tipo 1 y poco más de un año después se utilizó en Argentina. En la década del ‘40 surgieron los primeros medicamentos orales.
La determinación de los niveles de azúcar en sangre en diferentes momentos del día es una herramienta fundamental, ya que permite al diabético actuar en relación a ese valor, ya sea para mantenerlo, subirlo o bajarlo. Durante muchos años, se utilizaron tiras reactivas que estimaban la cantidad de glucosa presente en la orina, que reflejaba la glucemia de horas anteriores. Ya en la década del ‘60 se crearon tiras reactivas que medían el nivel de azúcar en la sangre y, a pesar de funcionar con un gran margen de error, permitían realizar ajustes importantes en el tratamiento. Pero no era fácil obtener esa tecnología.
En adelante, se suscitaron grandes mejoras en los tipos de insulinas, en los tratamientos orales, en los medidores de glucemia, incluso las bombas infusoras de insulina se hicieron accesibles y se profundizaron los conocimientos sobre los diversos tipos de diabetes.
Hoy se puede realizar el diagnóstico temprano, prevenir las complicaciones, frenar las existentes, e incluso evitar su aparición en algunas personas propensas al tipo 2. Sin embargo, aún existen mitos y temores sobre la enfermedad que atentan contra la prevención y el buen control.
Una nueva encuesta de la Federación Argentina de Diabetes de 2010 obtuvo resultados similares a otra realizada hace más de tres años. Concluyó que un 61 por ciento de los encuestados consideraba que la insulina afecta la visión, los riñones y el corazón, lo que es falso; de hecho, un buen uso de esta hormona puede evitar esas afecciones. Además, un 53 por ciento creía que un diabético tiene prohibido comer pan, azúcares o pastas, lo que también es erróneo; un diabético puede consumir de todo, no necesita alimentos “especiales”, sólo debe saber cuándo, cómo y cuánto. Otro resultado que contrasta con la realidad de la enfermedad hoy es que el 62 por ciento entendía que no importa qué se haga, la diabetes lleva a complicaciones en vista, piernas, corazón y riñones, lo cual es
equivocado también.
Deberá haber algún punto de intersección entre el acceso a la información fidedigna, a la educación diabetológica y a los insumos necesarios, para que ese casi 50 por ciento de diabéticos argentinos que no sabe que padece la enfermedad se entere antes de que lleguen las complicaciones y para que el 70 por ciento de los que lo saben y no se tratan, comiencen a hacerlo.
Nota aportada por mi amigo Luis Daniel Herrera
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Día de la Soberanía Nacional - Un poco de historia sobre el 20 de noviembre de 1845
Fecha 20 de noviembre de 1845
Lugar: Ríos Paraná y De la Plata (Prov. de Bs. As.)
Resultado: Francia y el Reino Unido se vieron obligados a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores
La Batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y al norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que hoy es la localidad de Obligado, Partido de San Pedro. Enfrentó a la Confederación Argentina, liderada por Juan Manuel de Rosas y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó con el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.
1).- Contexto previo
En 1845, el general Juan Manuel de Rosas gobernaba por segunda vez la Provincia de Buenos Aires, mientras que la Banda Oriental se encontraba en medio de una guerra civil entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. Oribe acudió a Rosas, buscando apoyo para recuperar el gobierno que había perdido ante Rivera, a lo cual Rosas accedió con aporte de tropas y armamento. Con esta ayuda, Oribe invadió el Uruguay y sitió la ciudad de Montevideo.
La intervención de fuerzas extranjeras exaltó los ánimos, y motivó que Gran Bretaña y Francia intervinieran en el conflicto, apoyando al Gobierno de la Defensa, auto-convocándose como mediadores en el conflicto.
Rosas fue intimado a retirar sus tropas, pero rechazó la intimación. Inmediatamente, la escuadra porteña que bloqueaba Montevideo fue capturada por la flota combinada.
Con el desarrollo de la navegación a vapor - principalmente efectuado tal desarrollo en Inglaterra, Francia y Estados Unidos - ocurrido en la tercera década del siglo XIX, grandes navíos mercantes y militares podían remontar en tiempos relativamente breves los ríos en contra de la corriente, y con una buena relación de carga útil.
Este avance tecnológico acicateó a los gobiernos británicos y franceses que, desde entonces, siendo las superpotencias de esa época, pretendían lograr garantías que permitieran el comercio y el libre tránsito de sus naves por el estuario del Plata y todos los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo.
En el año 1811, poco después de la Revolución de Mayo, Hipólito Vieytes recorrió la costa del río Paraná buscando un sitio ideal en donde poder montar una defensa contra un hipotético ataque de naves realistas. Para este propósito consideró al recodo de la Vuelta de Obligado como el sitio ideal, por sus altas barrancas y la curva pronunciada que obligaba a las naves a recostarse para pasar por allí. Rosas estaba al tanto de sus anotaciones, y es por ello que decidió preparar las defensas en dicho sitio.
En su nota sobre este combate, al explicar el interés que movía a Rosas, señala el historiador Felipe Pigna: "Compartía con los terratenientes bonaerenses la seguridad de que el Estado no podía entregarse a ninguna potencia extranjera. No había, tanto en Rosas como en sus socios políticos y económicos una actitud fanática que se transformara en xenofobia ni mucho menos, sino una política nacionalista pragmática que entendía como deseable que los ingleses manejasen nuestro comercio exterior, pero que no admitía que se apropiaran de un solo palmo de territorio nacional que les diera ulteriores derechos a copar el Estado, fuente de todos los negocios y privilegios de nuestra burguesía terrateniente".
2).- Preparativos
De acuerdo a análisis arqueológicos realizados en el año 2000, numerosas familias indígenas vivían por la zona y fueron expulsadas para construir las defensas.
El 13 de agosto de 1845 se le dieron instrucciones a Lucio Norberto Mansilla, padre del destacado escritor argentino Lucio V. Mansilla, para construir baterías costeras artilladas. Mansilla solicitó al Juez de Paz sanpedrino don Benito Urraco que le informase sobre el armamento existente y la población de entre 15 y 70 años, y que pusiera en estado de asamblea a la milicia activa. El día 22 pedía el envío de 30 tirantes de madera para la construcción de las baterías, y el 12 de noviembre envió a San Pedro al sargento mayor Julián Bendim, al mando de ciento setenta soldados de caballería e infantería, para proteger a la ciudad de un posible desembarco anglofrancés.
3).- Hechos
Una flota anglo-francesa – integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes – fue interceptada por tropas argentinas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla. Los europeos disponían de 418 cañones y 880 soldados, contra seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre que les opuso Rosas.
Once buques de combate de la escuadra anglo-francesa navegaban por el río Paraná desde los primeros días de noviembre; estos navíos poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería forjadas en hierro, y de rápida recarga, granadas de acción retardada, las primeras bombas-proyectiles de fragmentación antipersonales, y cohetes.
La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 metros de ancho, y un recodo pronunciado dificultaba la navegación a vela.
El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones. La operación estuvo a cargo, principalmente, de un italiano inmigrado a la Argentina, de apellido Aliverti.
En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, muchos de ellos de bronce, con calibres de 8, 10 y 12, siendo el mayor de 20, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros. La primera, denominada Restaurador Rosas, estaba al mando de Álvaro José de Alzogaray, la segunda, General Brown, al mando del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante, la tercera era la General Mansilla, comandada por el teniente de artillería Felipe Palacios y la cuarta, de reserva y aguas arriba de las cadenas, se denominó Manuelita y estuvo al mando del teniente coronel Juan Bautista Thorne.
Además, en las trincheras había 2.000 hombres, la mayor parte gauchos asignados a la caballería, al mando del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. En el río estaba estacionado un único buque de guerra, el Republicano, que tenía como misión cuidar las cadenas que cruzaban el río. También participaron tropas del 2do batallón de Patricios.
4).- La batalla
El combate se inició al amanecer del día 20 de noviembre, con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes sobre las baterías argentinas. Éstas respondieron de inmediato, pero estaban en inferioridad de condiciones, ya que contaban con cañones de mucho menor alcance, mucho menor precisión y mucho más lentas en su recarga que las piezas de los invasores. El intercambio de disparos causó desde un primer momento múltiples bajas por la parte argentina.
A poco de iniciarse el combate, el general Mansilla fue herido de alguna gravedad, por lo que fue reemplazado por el coronel Juan Bautista Thorne en el comando de la artillería, mientras que Rodríguez asumió el mando autónomo de sus fuerzas de caballería.
Tras varias horas de combate, fuerzas de infantería — principalmente francesas — desembarcaron en la costa, atacando la batería argentina, que perdió 21 cañones en poder del enemigo. Al no poder transportarlos, fueron inutilizados. Pero cuando pretendieron sostener su posición, las fuerzas desembarcadas fueron atacadas por la caballería de Rodríguez, que las obligó a reembarcarse.
Aprovechando la defensa que los argentinos debían hacer de sus piezas de artillería durante el desembarco, las fuerzas atacantes incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas. También se perdió el buque Republicano, que fue volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo.
Las fuerzas defensoras tuvieron 250 muertos y 400 heridos. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná, para reparaciones de urgencia.
Finalmente, los europeos consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria.
5).- La campaña naval después de Obligado
Contra lo que las fuerzas vencedoras esperaban, no lograron concitar la simpatía de la población ribereña, especialmente en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. En las orillas de ambas provincias, la flota fue nuevamente atacada, en los combates de Paso del Tonelero, San Lorenzo y Angostura del Quebracho, tanto de ida como de regreso. En este último combate, en particular, la flota invasora perdió 6 mercantes (2 incendiados por la artillería y cuatro incendiados por sus tripulaciones al encallar) y 2 de sus buques de guerra sufrieron averías de importancia.
Los argentinos, por su parte, sólo un muerto y dos heridos. La población civil, al parecer, apoyó firmemente la acción militar de las fuerzas de Lucio Norberto Mansilla y del coronel Martín de Santa Coloma.
En cambio, la flota anglofrancesa logró algunos resultados comerciales en la provincia de Corrientes, que desde hacía varios años permanecía rebelde a la autoridad nacional del general Rosas. Varios de los buques atracaron en los puertos de Goya y Corrientes y en algunos intermedios. Algunas naves continuaron su camino hasta Paraguay, país que también resultaba afectado por el conflicto.
No obstante, el resultado comercial de la campaña fue muy escaso, debido a la pobreza y falta de efectivo en Corrientes y Paraguay. La mayor parte de las mercaderías que portaban quedaron sin colocar. Su costo financiero, después de los daños infligidos por las fuerzas argentinas, se elevó enormemente. Por lo tanto, si bien lograron algunos resultados políticos, los beneficios económicos esperados se trocaron en un fuerte quebranto.
Tras varios meses de haber partido, las naves agresoras debieron regresar a Montevideo “diezmados por el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento.
6).- Consecuencias
De modo que la victoria anglofrancesa resultó pírrica: tanto la decisión de las fuerzas defensoras, como las complicaciones que imponía — e impone actualmente — el sinuoso cauce del Paraná a la navegación, hacían excesivamente costoso intentar nuevamente la navegación del mismo en contra de la voluntad del gobierno argentino.
La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación.
El general José de San Martín expresó desde Francia a su amigo Tomás Guido:
"Ya sabía la acción de Obligado; ¡Que inequidad! De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca.A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España".
Esta batalla — pese a ser una derrota táctica — dio como resultado la victoria diplomática y militar de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores.
Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.
Lugar: Ríos Paraná y De la Plata (Prov. de Bs. As.)
Resultado: Francia y el Reino Unido se vieron obligados a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores
La Batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, sobre su margen derecha y al norte de la provincia de Buenos Aires, en un recodo donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de Obligado, en lo que hoy es la localidad de Obligado, Partido de San Pedro. Enfrentó a la Confederación Argentina, liderada por Juan Manuel de Rosas y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó con el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.
1).- Contexto previo
En 1845, el general Juan Manuel de Rosas gobernaba por segunda vez la Provincia de Buenos Aires, mientras que la Banda Oriental se encontraba en medio de una guerra civil entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. Oribe acudió a Rosas, buscando apoyo para recuperar el gobierno que había perdido ante Rivera, a lo cual Rosas accedió con aporte de tropas y armamento. Con esta ayuda, Oribe invadió el Uruguay y sitió la ciudad de Montevideo.
La intervención de fuerzas extranjeras exaltó los ánimos, y motivó que Gran Bretaña y Francia intervinieran en el conflicto, apoyando al Gobierno de la Defensa, auto-convocándose como mediadores en el conflicto.
Rosas fue intimado a retirar sus tropas, pero rechazó la intimación. Inmediatamente, la escuadra porteña que bloqueaba Montevideo fue capturada por la flota combinada.
Con el desarrollo de la navegación a vapor - principalmente efectuado tal desarrollo en Inglaterra, Francia y Estados Unidos - ocurrido en la tercera década del siglo XIX, grandes navíos mercantes y militares podían remontar en tiempos relativamente breves los ríos en contra de la corriente, y con una buena relación de carga útil.
Este avance tecnológico acicateó a los gobiernos británicos y franceses que, desde entonces, siendo las superpotencias de esa época, pretendían lograr garantías que permitieran el comercio y el libre tránsito de sus naves por el estuario del Plata y todos los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo.
En el año 1811, poco después de la Revolución de Mayo, Hipólito Vieytes recorrió la costa del río Paraná buscando un sitio ideal en donde poder montar una defensa contra un hipotético ataque de naves realistas. Para este propósito consideró al recodo de la Vuelta de Obligado como el sitio ideal, por sus altas barrancas y la curva pronunciada que obligaba a las naves a recostarse para pasar por allí. Rosas estaba al tanto de sus anotaciones, y es por ello que decidió preparar las defensas en dicho sitio.
En su nota sobre este combate, al explicar el interés que movía a Rosas, señala el historiador Felipe Pigna: "Compartía con los terratenientes bonaerenses la seguridad de que el Estado no podía entregarse a ninguna potencia extranjera. No había, tanto en Rosas como en sus socios políticos y económicos una actitud fanática que se transformara en xenofobia ni mucho menos, sino una política nacionalista pragmática que entendía como deseable que los ingleses manejasen nuestro comercio exterior, pero que no admitía que se apropiaran de un solo palmo de territorio nacional que les diera ulteriores derechos a copar el Estado, fuente de todos los negocios y privilegios de nuestra burguesía terrateniente".
2).- Preparativos
De acuerdo a análisis arqueológicos realizados en el año 2000, numerosas familias indígenas vivían por la zona y fueron expulsadas para construir las defensas.
El 13 de agosto de 1845 se le dieron instrucciones a Lucio Norberto Mansilla, padre del destacado escritor argentino Lucio V. Mansilla, para construir baterías costeras artilladas. Mansilla solicitó al Juez de Paz sanpedrino don Benito Urraco que le informase sobre el armamento existente y la población de entre 15 y 70 años, y que pusiera en estado de asamblea a la milicia activa. El día 22 pedía el envío de 30 tirantes de madera para la construcción de las baterías, y el 12 de noviembre envió a San Pedro al sargento mayor Julián Bendim, al mando de ciento setenta soldados de caballería e infantería, para proteger a la ciudad de un posible desembarco anglofrancés.
3).- Hechos
Una flota anglo-francesa – integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes – fue interceptada por tropas argentinas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla. Los europeos disponían de 418 cañones y 880 soldados, contra seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre que les opuso Rosas.
Once buques de combate de la escuadra anglo-francesa navegaban por el río Paraná desde los primeros días de noviembre; estos navíos poseían la tecnología más avanzada en maquinaria militar de la época, impulsados tanto a vela como con motores a vapor. Una parte de ellos estaban parcialmente blindados, y todos dotados de grandes piezas de artillería forjadas en hierro, y de rápida recarga, granadas de acción retardada, las primeras bombas-proyectiles de fragmentación antipersonales, y cohetes.
La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 metros de ancho, y un recodo pronunciado dificultaba la navegación a vela.
El general Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones. La operación estuvo a cargo, principalmente, de un italiano inmigrado a la Argentina, de apellido Aliverti.
En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, muchos de ellos de bronce, con calibres de 8, 10 y 12, siendo el mayor de 20, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros. La primera, denominada Restaurador Rosas, estaba al mando de Álvaro José de Alzogaray, la segunda, General Brown, al mando del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante, la tercera era la General Mansilla, comandada por el teniente de artillería Felipe Palacios y la cuarta, de reserva y aguas arriba de las cadenas, se denominó Manuelita y estuvo al mando del teniente coronel Juan Bautista Thorne.
Además, en las trincheras había 2.000 hombres, la mayor parte gauchos asignados a la caballería, al mando del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. En el río estaba estacionado un único buque de guerra, el Republicano, que tenía como misión cuidar las cadenas que cruzaban el río. También participaron tropas del 2do batallón de Patricios.
4).- La batalla
El combate se inició al amanecer del día 20 de noviembre, con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes sobre las baterías argentinas. Éstas respondieron de inmediato, pero estaban en inferioridad de condiciones, ya que contaban con cañones de mucho menor alcance, mucho menor precisión y mucho más lentas en su recarga que las piezas de los invasores. El intercambio de disparos causó desde un primer momento múltiples bajas por la parte argentina.
A poco de iniciarse el combate, el general Mansilla fue herido de alguna gravedad, por lo que fue reemplazado por el coronel Juan Bautista Thorne en el comando de la artillería, mientras que Rodríguez asumió el mando autónomo de sus fuerzas de caballería.
Tras varias horas de combate, fuerzas de infantería — principalmente francesas — desembarcaron en la costa, atacando la batería argentina, que perdió 21 cañones en poder del enemigo. Al no poder transportarlos, fueron inutilizados. Pero cuando pretendieron sostener su posición, las fuerzas desembarcadas fueron atacadas por la caballería de Rodríguez, que las obligó a reembarcarse.
Aprovechando la defensa que los argentinos debían hacer de sus piezas de artillería durante el desembarco, las fuerzas atacantes incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas. También se perdió el buque Republicano, que fue volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo.
Las fuerzas defensoras tuvieron 250 muertos y 400 heridos. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná, para reparaciones de urgencia.
Finalmente, los europeos consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria.
5).- La campaña naval después de Obligado
Contra lo que las fuerzas vencedoras esperaban, no lograron concitar la simpatía de la población ribereña, especialmente en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. En las orillas de ambas provincias, la flota fue nuevamente atacada, en los combates de Paso del Tonelero, San Lorenzo y Angostura del Quebracho, tanto de ida como de regreso. En este último combate, en particular, la flota invasora perdió 6 mercantes (2 incendiados por la artillería y cuatro incendiados por sus tripulaciones al encallar) y 2 de sus buques de guerra sufrieron averías de importancia.
Los argentinos, por su parte, sólo un muerto y dos heridos. La población civil, al parecer, apoyó firmemente la acción militar de las fuerzas de Lucio Norberto Mansilla y del coronel Martín de Santa Coloma.
En cambio, la flota anglofrancesa logró algunos resultados comerciales en la provincia de Corrientes, que desde hacía varios años permanecía rebelde a la autoridad nacional del general Rosas. Varios de los buques atracaron en los puertos de Goya y Corrientes y en algunos intermedios. Algunas naves continuaron su camino hasta Paraguay, país que también resultaba afectado por el conflicto.
No obstante, el resultado comercial de la campaña fue muy escaso, debido a la pobreza y falta de efectivo en Corrientes y Paraguay. La mayor parte de las mercaderías que portaban quedaron sin colocar. Su costo financiero, después de los daños infligidos por las fuerzas argentinas, se elevó enormemente. Por lo tanto, si bien lograron algunos resultados políticos, los beneficios económicos esperados se trocaron en un fuerte quebranto.
Tras varios meses de haber partido, las naves agresoras debieron regresar a Montevideo “diezmados por el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento.
6).- Consecuencias
De modo que la victoria anglofrancesa resultó pírrica: tanto la decisión de las fuerzas defensoras, como las complicaciones que imponía — e impone actualmente — el sinuoso cauce del Paraná a la navegación, hacían excesivamente costoso intentar nuevamente la navegación del mismo en contra de la voluntad del gobierno argentino.
La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios (enemigos tradicionales de Rosas) se conmovieron y el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación.
El general José de San Martín expresó desde Francia a su amigo Tomás Guido:
"Ya sabía la acción de Obligado; ¡Que inequidad! De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca.A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España".
Esta batalla — pese a ser una derrota táctica — dio como resultado la victoria diplomática y militar de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores.
Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.
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