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lunes, 22 de agosto de 2011

Lazos familiares

Algo para difundir.....

Ciudad de Buenos Aires - Agencia Infancia Hoy.-

El Zoo de la Ciudad de Buenos Aires concreta actividades para personas no videntes

Estas actividades tienen como meta llegar a la población y dar a conocer todas las problemáticas visuales, en un mundo donde 37 millones de personas son ciegas y el 75% de la ceguera es evitable, ya sea por prevención o por tratamiento.
Los chicos de escuelas y colonias de vacaciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tuvieron una jornada muy especial en el Zoo de Buenos Aires
Nuestra guía no vidente, Lili Aranda, realizó un paseo por el parque donde los chicos se reunieron para vivenciar una experiencia única donde conocieron a nuestros animales de una manera diferente, los descubrieron a través del tacto.
Todos ellos formaron parte de esta experiencia, se taparon sus ojos y Lili los guió por un mundo distinto, donde las texturas, olores y sonidos cobraron otra relevancia.
El Zoológico hace más de 18 años que realiza visitas para ciegos y disminuidos visuales, hoy queremos transmitir sus experiencias aprendiendo de ellos a conocer el mundo y a nuestros animales a través de otros sentidos...

Visitas guiadas para ciegos:
El medioambiente natural nos brinda una incalculable cantidad de información que escapa al sentido de la visión. Una manera de conocer y vivenciar el mundo del Zoológico, es a través de la orientación de los sentidos del tacto, oído y olfato; en esta visita se propone una forma distinta de acercamiento y experimentación del mundo animal y sus hábitats.
A través del contacto directo y alimentación de algunas especies que habitan en el Zoo, se abordan distintos temas relacionados con los animales silvestres y animales de granja: cobertura de los animales, anatomía externa, vocalizaciones, temperatura corporal de los animales, distintos tipos de alimentos, estimación de los tamaños, olores característicos de algunas especies.
Todos aquellos no videntes interesados en realizar estas visitas guiadas gratuitas pueden comunicarse a: haranda@zoobuenosaires.com.ar

Extraído de Infancia hoy
(infanciahoy.com - Agencia de Comunicación y Noticias Especializada)

jueves, 18 de agosto de 2011

Un lugar en Buenos Aires - de Clyde Piola Mendoza

Un lugar en Buenos Aires

Era yo muy pequeña cuando mis padres me llevaban a pasear y conocer la zona de la Costanera Sur.
Con mis ojos de niña me asombraba la belleza de aquel sitio, las avenidas el lugar enormemente forestado, los distintos tipos de recreación que se veían, como las confiterías, cervecerías tan imponentes, desde mi mirada.
Creo que para esas generaciones, no había recreación más ingenua y divertida.
Era permanente la instrucción con que se me formaba respecto al conocimiento de la ciudad en que vivíamos.
Los nombres de calles, monumentos, edificios, etc. tenían una explicación sintética para que lo comprendiera una niña.
Así pues, en la ocasión que recorrimos el borde del paseo de la Costanera que orillaba el río, quedé asombrada, por una glorieta con aroma a rosas y variados perfumes de la vegetación y el vientecillo que traía el fresco del agua del río.
Descendían de la misma unos escalones que se dirigían a una pequeña terraza donde había un monumento mirando al río.
Mis padres me lo explicaban, esa estatua que estaba hecha en hierro sobre la base de mármol, era el homenaje a un gran hombre que había salvado la vida de una mujer, entregándole su propio salvavidas, aún sabiendo que con ese acto de arrojo el moriría.
En el transcurso de la Vida fui aprendiendo sobre los actos humanos, y siempre volvía a mi el recuerdo de esta historia como un paradigma de los valores humanos.
Para completar los datos que me faltaron en la niñez, fui recopilando información sobre el personaje.
Se llamaba Luis Viale, habia nacido en Italia, en 1815, y falleció un 24 de diciembre de 1871, a la edad de 56 años, en un naufragio en el Río de la Plata, en un fuerte barco de pasajeros que hacía la travesía Buenos Aires- Ciudad de Montevideo.
El motivo de su viaje era también de generosidad familiar, pues acompañaba
a un sobrino a ser atendido por un médico uruguayo de fama en esos tiempos.
Es indudable que para medir la magnitud de los hechos humanos es necesario ` profundizar en los antecedentes de los personajes.
Supe que el era un próspero comerciante, descendiente de una distinguida familia italiana.
Aproximadamente a los 10 años se radicaron en Argentina.
A lo largo de los años, vivieron en distintas ciudades del interior, con contactos familiares y comerciales.
Se lo valoraba como un hombre generoso, culto y distinguido.
El Hospital Italiano del Río de la Plata lo tuvo entre sus mentores. También fundador del Banco de Italia y Rio de la Plata en la Capital, y la Unione e Benevolenza y la Sociedad de Socorros Mutuos.
En los sucesos de la epidemia de la fiebre amarilla, el estuvo `presente aliviando a los enfermos.
Es tan vasta la biografía de este gran hombre que dejo a mis lectores la tarea de incursionar en su trayecto. Es placentero reconocer la sencillez, distinción, su bondad, sus valores morales.
Murió, en un naufragio dramático, donde tuvo el gesto heroico de salvar la vida de una distinguida dama que viajaba acompañada de sus pequeños hijos.
Los datos que aporto son mínimos, pero lo que me lleva a acercar este personaje es que los Grandes merecen nuestra recordación y para que tengamos la convicción de que hay muchos grandes hombres, que hubo y habrá, aunque no debemos perder la visión de los pequeños actos heroicos de la vida actual
Los pequeños actos cotidianos de nuestra vida, muchas veces esconde gestos de heroicicidad importantes.
Los gestos elevados, de grandeza espiritual, se pierden en la maraña materialista de estos tiempos, pero todavía sobreviven en la Sociedad.
Tratemos de encontrar sobrevivientes, los que viven para irradiar amor a los semejantes.
Invito a visitar el monumento al que me referí en este relato, les aliviará el alma.

Clyde Mabel Piola Mendoza

Grande fue cuando el sol asomaba, y más grande en la puesta del sol.

Buenos Aires, 17 de agosto de 2011

En casi todas las localidades argentinas hay una plaza con su nombre, una calle, una escuela, como en este caso la nuestra, que acumula en su haber setenta y dos años de historia dedicados a la Rehabilitación, formación, y contención de personas con Diversidad funcional visual. Asimismo, hay monumentos en su nombre en prácticamente todo el país. Incluso, en 1951 fue inaugurada una estatua suya en el Central Park de Nueva York.
Estos reconocimientos seguramente no sólo se relacionan con sus hazañas sino también los ha ganado por sus ilustres pensamientos.
Es por ello que voy a centrar mi alocución en algunas consideraciones acerca de una máxima, una sentencia del General San Martín, que todos conocemos:
"Serás lo que hay que ser, si no, no serás nada"
Sobre este axioma, bajo el que debería ordenar su conducta toda persona, me voy a permitir expresar:
Conocido es el momento en que San Martín escribió esta sentencia. Lo hizo en carta al General Tomás Guido, escrita desde Bruselas, el 18 de diciembre de 1827, cuando ya había iniciado su largo exilio.
El amigo le reprochaba el haberse retirado de las campañas militares en América diciéndole que jamás perdonaría su retirada del Perú.
La respuesta de San Martín centraba su justificación, en el cumplimiento de un "deber ser", en el que se jugaba toda su vida moral.

Bien podemos preguntarnos entonces, ¿Qué estaba por detrás de todo esto?
Y la respuesta será tan clara como contundente. Pues nada más y nada menos que la dignidad humana.
Para el General San Martín, mantenerse en Lima con todo el esplendor de la gloria y del poder, tomando como medios de esa gloria y de ese poder a los demás, era desconocerlos en su dignidad. Y eso es lo que nos quiso decir cuando ante la requisitoria amargada del General Guido, le contestó con la aludida máxima.
Por tanto, ya No cabe duda que el "serás lo que hay que ser, si no, no serás nada", es un principio moral que responde de modo claro a esos ideales humanos que le impulsaron durante toda su vida pública, y lo llevaron a anticipar los actuales derechos humanos en su proclama a los pueblos del Perú, denominada "derechos de la especie humana".

Considero que la máxima en cuestión, vale tanto para reglar nuestra conducta moral, como nuestra habilidad en función de la cual somos obreros del conocimiento.
"Ser lo que hay que ser" en la Educación, en las danzas, en la música, en la investigación científica, en las letras, hasta bien podríamos decir en la vida misma, incumbe no ya tan solo valores éticos, sino también, valores estéticos, de conocimiento, y de formación.
Cada uno de nosotros en su mundo, debe esforzarse por dar cumplimiento a la norma moral y cultural que surge de la máxima sanmartiniana. Aplicando tanto sea en nuestro desenvolvimiento personal como profesional, vocación, entrega, pasión, constancia, desvelo, ilusión y tantos otros factores, que más de una vez justifican nuestras acciones y por sobre todo, una vida plena de entrega.