Bisa
bisa abuelita
Bisa
bisa abuelita
contame
de tu casita
Mi
casita, muchachita, era de piedra y montaña
Ibamos
de madrugadaa pastar con los cabritos
Nos acompañaba el canto de los vientos al pasar
Bisa bisa abuelita
contame de tu partida
Negras nubes nos trajeron una guerra desgraciada
que ensombreció la esperanza
y nos obligó a marchar
Abuela Ángela al mudar tus antiguas penurias en gratificantes vivencias recuperas la sonrisa para regalarla a tu biznieta, permitiéndote gozar los primeros pasos de la vida que te prolonga.
Abuela viejita, vamos a cantar.
-Hijita querida, qué hermoso se oirá.
Y
entonces se llenan los corazones con las dos voces, fresca una, cascada la
otra, evocando las zarzuelas con las que una de ellas cruzó el Atlántico
tantísimas vueltas de reloj atrás.
-Abuela viejita, qué linda canción.
-Hijita querida nace del corazón.
Nosotros, los espectadores de las deliciosas vivencias que despliegan los personajes, con mirada cómplice absorbemos la escena que perdurará para siempre como refugio de nuestras desazones.
-Abuela viejita, canta otra canción.
-Hijita querida, siga la función.
La función siguió. Creció la niña, durmió para siempre la bisabuela y nuevas hijitas queridas acrecientan el caudaloso manantial de la invisible estela que genera la maravillosa cadena de la vida.
Noemí Fraerman