Mujeres, mujeres...
Infinitas en su variedad, únicas en su esencia a través de milenios.
Mosaico multifacético, caleidoscopio multicolor, que exalta sus vibraciones en presencias fulgurantes. Rojo bermejo como la pasión, cándida blancura como las nieves eternas, brillantes como las piedras y los metales preciosos, reparadoras y nutricias como las frutas y los leños, majestuosas como el azul real, frescas y tiernas como la hierba , frágiles como el cristal y dúctiles al límite de lo posible.
Apetecidas y codiciadas desde siempre pero negadas como seres semejantes a sus pares. Durante siglos postergadas como seres humanos, desarrollaron desde las más tempranas épocas el sutil arte de la dominación a través de los encantos que les fueran dados desde su creación.
Hasta hace pocas centurias, renegadas en el plano de los derechos civiles, fueron ganando espacios, asistidas por sus armas más genuinas: la seducción y la astucia De mostrarse débiles, de saber disimular su inteligencia y su habilidad natural para adaptarse a las circunstancias de cada época, con artilugios que les fueron siempre propios y que les permitieron sobrevivir desde remotos tiempos a situaciones muy desfavorables.
En las dos últimas centurias, el perfil de la mujer reciente parecería haber dejado de lado todas estas premisas, pero sin embargo, sólo han dado paso a aquellas capacidades por siempre renegadas y ocultas pero que silenciosamente, fueron gestando la mujer actual.
Lic. Sara Vacca Bergara.
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