Reflexiones de otoño
En la voz de un duende está
la luz que perdió el cerebro;
de aquél que suele afirmar
que es burdo soñar despierto.
Si los números te rigen
y el amor es todo un cuento;
por qué se te ve tan mal
¿y andás añorando un beso?
Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio,
dijo un sabio catalán,
no llegó a tanto mi cuento.
Mirá un poco alrededor
y decime con franqueza;
no te duele que al hablar
¿sea de tu ego la respuesta?
Abrí ya las ventanas,
respirá muy profundo,
y entendé que sos parte del mundo.
Escuchá esas voces
que sueltan su alegría,
porque sienten y viven la vida.
Ningún diario publicó
la alegría de ese amigo;
cuando el vientre de su sol
dejó oír dulces latidos.
En el mundo del revés,
vende más el amor “light” de una vedette,
que apostar todo a vivir
o luchar por trascender.
Su majestad del querer
con su brillo marcó a fuego,
en mi piel su calidez,
en mis labios el deseo.
Dejo de reflexionar,
ya en mi mente hay mucho humo;
aunque bien vale aclarar
su belleza es mi seguro.
No busco grandes cosas,
sólo busco un te quiero,
para sentirme cerca del cielo.
Y una noche cualquiera,
sin un pedido expreso,
robaré de su boca un beso.
ARTURO ARIAS TERCEIRO
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