Buenos Aires, 17 de agosto de 2011
En casi todas las localidades argentinas hay una plaza con su nombre, una calle, una escuela, como en este caso la nuestra, que acumula en su haber setenta y dos años de historia dedicados a la Rehabilitación, formación, y contención de personas con Diversidad funcional visual. Asimismo, hay monumentos en su nombre en prácticamente todo el país. Incluso, en 1951 fue inaugurada una estatua suya en el Central Park de Nueva York.
Estos reconocimientos seguramente no sólo se relacionan con sus hazañas sino también los ha ganado por sus ilustres pensamientos.
Es por ello que voy a centrar mi alocución en algunas consideraciones acerca de una máxima, una sentencia del General San Martín, que todos conocemos:
"Serás lo que hay que ser, si no, no serás nada"
Sobre este axioma, bajo el que debería ordenar su conducta toda persona, me voy a permitir expresar:
Conocido es el momento en que San Martín escribió esta sentencia. Lo hizo en carta al General Tomás Guido, escrita desde Bruselas, el 18 de diciembre de 1827, cuando ya había iniciado su largo exilio.
El amigo le reprochaba el haberse retirado de las campañas militares en América diciéndole que jamás perdonaría su retirada del Perú.
La respuesta de San Martín centraba su justificación, en el cumplimiento de un "deber ser", en el que se jugaba toda su vida moral.
Bien podemos preguntarnos entonces, ¿Qué estaba por detrás de todo esto?
Y la respuesta será tan clara como contundente. Pues nada más y nada menos que la dignidad humana.
Para el General San Martín, mantenerse en Lima con todo el esplendor de la gloria y del poder, tomando como medios de esa gloria y de ese poder a los demás, era desconocerlos en su dignidad. Y eso es lo que nos quiso decir cuando ante la requisitoria amargada del General Guido, le contestó con la aludida máxima.
Por tanto, ya No cabe duda que el "serás lo que hay que ser, si no, no serás nada", es un principio moral que responde de modo claro a esos ideales humanos que le impulsaron durante toda su vida pública, y lo llevaron a anticipar los actuales derechos humanos en su proclama a los pueblos del Perú, denominada "derechos de la especie humana".
Considero que la máxima en cuestión, vale tanto para reglar nuestra conducta moral, como nuestra habilidad en función de la cual somos obreros del conocimiento.
"Ser lo que hay que ser" en la Educación, en las danzas, en la música, en la investigación científica, en las letras, hasta bien podríamos decir en la vida misma, incumbe no ya tan solo valores éticos, sino también, valores estéticos, de conocimiento, y de formación.
Cada uno de nosotros en su mundo, debe esforzarse por dar cumplimiento a la norma moral y cultural que surge de la máxima sanmartiniana. Aplicando tanto sea en nuestro desenvolvimiento personal como profesional, vocación, entrega, pasión, constancia, desvelo, ilusión y tantos otros factores, que más de una vez justifican nuestras acciones y por sobre todo, una vida plena de entrega.
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