El 20 de octubre de 1580, tres días después de la distribución de tierras en la recién fundada ciudad de la Santísima Trinidad en el puerto de Santa María del Buen Ayre, su fundador don Juan de Garay dispuso dar a la ciudad un patrono, como era costumbre entonces. Tras una votación, que se repitió tres veces, fue elegido el apóstol de las Galias, san Martín de Tours. Desde entonces, el 11 de noviembre, día de la conmemoración litúrgica del Santo, fue día de asueto en la ciudad de Buenos Aires.
Hoy, contrariamente a lo que ocurre en el resto de las grandes y pequeñas ciudades del país, la capital argentina no celebra a su Patrono, pese a reiterados pedidos efectuados por la Junta de Historia Eclesiástica Argentina para que se reponga el asueto.
La celebración religiosa
El hecho de que esta fecha haya sido quitada del calendario de celebraciones oficiales, hizo que también la celebración litúrgica fuera perdiendo el brillo que le corresponde por su patronazgo.
Para contribuir a reparar el olvido, el presbítero Ricardo Dotro, párroco de San Miguel Arcángel y miembro de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia, recuerda que como San Martín de Tours es el Patrono de la Ciudad de Buenos Aires y el Patrono principal de la Arquidiócesis porteña, su celebración tiene en la ciudad y diócesis la categoría de “Solemnidad”.
San Martín de Tours
Oriundo de Sabaria, en Panonia (hoy Hungría), hijo de un tribuno romano, se alistó como soldado a los quince años: en este período es cuando tuvo lugar la famosa escena de partir la capa militar para darle la mitad a un pobre. Bautizado a los dieciocho años, abandonó la milicia para convertirse en discípulo de san Hilario de Poitiers. Tras un viaje a la patria, empezó a hacer vida eremítica en la isla Gallinaria, cerca de Génova. Más tarde, fundó en Ligugé, el primer cenobio de Occidente.
El pueblo lo eligió obispo de Tours. Siendo obispo fundó el Maius Monasterium, destinado a ser un gran centro de vida religiosa, de donde salieron muchos candidatos al episcopado. Misionó el centro de Francia y se puso en contacto con las autoridades políticas, sobre todo para obtener la paz en los asuntos de los herejes priscilianistas, lo que le causó la enemistad de algunos.
Murió el 8 de noviembre en Candes, durante la visita pastoral del año 397. Un testigo directo dice que en sus funerales, celebrados el día 11, concurrió una impresionante multitud de fieles, en especial monjes y vírgenes. Martín es uno de los primeros santos no mártires venerados en la liturgia, tal vez el primero.
Los reyes francos conservaban como reliquia insigne la capa que se tenía como la de san Martín: el custodio de ésta se titulaba “capellán” y el nombre “capilla” procede del lugar donde se guardaba esa capa”.
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