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lunes, 30 de noviembre de 2015

CAMINO DE SANTIAGO...

Las maravillas del peregrinaje enriquecen el recorrido de un viaje turístico y espiritual.
Las torres de la gran catedral se ven a la distancia. Los dos peregrinos de hierro señalan el tramo final de uno de los caminos más importantes del mundo: el Camino de Santiago.
Parado en el monte do Gozo, contemplando la ciudad a la distancia y sintiendo con mucha alegría el peso espiritual y de la historia en mi ser, decido dar mis últimos pasos de esta aventura y llegar a un destino muy especial: Santiago de Compostela.
¿Cuántas personas han iniciado este viaje durante siglos y siglos llegando desde los lugares más recónditos de Europa? ¿Cuántos motivos han generado la necesidad y las ganas de realizarlo? ¿Cuántas promesas han sido cumplidas durante años?

Todo comenzó en el siglo IX, cuando según la leyenda se hallaron las reliquias del apóstol.
Pelayo, ermitaño local, vio una estrella posarse sobre un bosque y al acercarse descubrió un antiguo cementerio donde estaban sepultados los restos del apóstol, y le comunicó al obispo Teodomiro el milagro. A su vez se lo transmite a Alfonso II de Asturias, considerado el primer peregrino, que decide construir una iglesia en el lugar que llega a transformarse en uno de los lugares de peregrinación cristiana más importante del mundo, junto a Jerusalén y Roma.
También de aquí surge el nombre de la ciudad: Santiago es el producto de Sanctus Iacobus y Compostela, de Campus Stellae, campo de la estrella, por ende, Santiago de Compostela.
Son innumerables los caminos o las vías para llegar hasta aquí.
 Tal vez el más importante o conocido es la vía francesa, ya que la gran mayoría de peregrinos tanto de Europa del Este y central como los franceses, tenían que cruzar el país galo por alguna de las cuatro rutas: Vía Turonensis, que desde París cruzaba la ciudad de Tours. Vía Lemovicensis, cruzando la ciudad de Limoges. Vía Podiensis, que comienza en Puy-en-Velay, y finalmente la Vía Tolosana, que sale de Arlés.
 Una de las maravillas de este peregrinaje tiene que ver con parte de este recorrido. A medida que se inicie el viaje uno tendrá la posibilidad de transitar y descubrir algunas de las regiones y ciudades más lindas y pintorescas del continente: Saint Jean Pied de Port, Roncesvalles, Sompor, Najera, Santo Domingo de la Calzada y O Cebreiro son algunos de los claros ejemplos. Donde cada una de las experiencias vividas quedarán grabadas en nuestra alma. Donde cada uno de los maravillosos paisajes nos despertarán genuinas emociones.
 No importa si se realiza a pie, bicicleta o incluso en auto; tendremos la impresión de transitar los históricos pasos de aquellos que ya no forman parte, por lo menos físicamente, de este mundo. De estar en contacto con las viejas leyendas locales. De descubrir los secretos que cada parada en el camino ofrece. También iniciaremos un viaje espiritual como pocos, en el cual estaremos en contacto con nuestras creencias, nuestras certezas y dudas, nuestros deseos y esperanzas. En el cual trataremos de aflorar los sentimientos y dejarlos correr.
 Muñidos de las famosas vieiras, que son el símbolo del camino y sus peregrinos, atravesaremos las callejuelas de Santiago de Compostela, con sus antiquísimos edificios, con sus rincones de ensueño para hacer entrada en la famosa Plaza del Obradoiro, con su kilómetro cero que marca la meta del camino y con la maravillosa fachada de la catedral irguiéndose incolume al paso del tiempo, una verdadera maravilla que recorre los estilos románico, gótico y barroco de su longeva historia.
 En ese momento uno se siente muy pequeño ante la solemnidad que nos rodea y, antes de ingresar a la catedral, todas y cada una de las experiencias vividas, se vendrán como un caudal vertiginoso a nuestra mente y será imposible contener las emociones.

Fuente: Iván de Pineda, para Revista La Nación, Buenos Aires, Argentina.

(Jorge L. Icardi, reportero internacional...)

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