Viento del Sur,
moreno, ardiente,
llegas sobre mi carne,
trayéndome semilla de brillantes miradas,
empapado de azahares.
Pones roja la luna
y sollozantes los álamos cautivos,
pero vienes ¡demasiado tarde!
¡ya he enrollado la noche de mi cuento
en el estante!
Sin ningún viento,
¡hazme caso!
gira, corazón;
gira, corazón.
Aire del Norte,
¡oso blanco del viento!
llegas sobre mi carne
tembloroso de auroras boreales,
con tu capa de espectros capitanes,
y riéndote a gritos del Dante,
¡oh pulidor de estrellas!
pero vienes demasiado tarde.
Mi almario está musgoso
y he perdido la llave.
Sin ningún viento,
¡hazme caso!
gira, corazón;
gira, corazón.
Brisas, gnomos y vientos de ninguna parte.
Mosquitos de la rosa de pétalos pirámides.
Alisios destetados entre los rudos árboles,
flautas en la tormenta, ¡dejadme !
tiene recias cadenas mi recuerdo,
y está cautiva el ave que dibuja con trinos la tarde.
Las cosas que se van no vuelven nunca
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos
es inútil quejarse. ,
¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
¡es inútil quejarse!
Sin ningún viento,
¡hazme caso!
gira, corazón;
gira, corazón.
De: "LIBRO DE POEMAS"
Federico García Lorca (1921)
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