Juanito de Buenos Aires
Juanito Bellmonstro, es uno de los más reconocidos Play Boys
De la noche de Buenos Aires. Su fama es internacional, sabida es su debilidad por las bombas de papa, los licuados de banana, la leche chocolatada, y sus memorables Romances
para madres, hijas, abuelas, y tías solteronas.
La temporada invernal es una de las predilectas de nuestro amigo Juanito. En esa época del año, es muy común encontrarlo haciendo el circuito Bariloche - Las Leñas - San Martín de los Andes, a dedo, al menos dos veces al mes.
Como todo personaje de la farándula, frecuenta lugares selectos de esa región, compartiendo su tiempo con selectas amistades, tales los casos de los caraduras que lo acompañan en Bariloche, en las largas veladas del Café del Nahuelito.
Todos los viernes, alrededor de las diez y media de la noche, pasa
a buscar a Juanito, su amigo el abogado Adrián delaserres; juntos van a la Clínica
“Colesterol y Tiroides”, propiedad de otro de sus amigotes, el Médico Anestesista
Diego Martiniano Fugazzetta. Desde allí, se encaminan los tres hacia el Café del Nahuelito, donde los aguardan otros dos personajes del grupo, el Analista de Sistemas Alonso Delfrizer, y el Economista Salvatore oaky.
Envueltos en un clima de cordial camaradería, comienzan la noche con chocolate, churros, tortas caseras y licor de crema al whisky. Se suceden los temas y las preguntas, como por ejemplo ésta de Juanito:
-¿Che Salvatore, así que por tu barrio hay muchos problemas policiales? ¿Hay muchos asesinatos, verdad?
-La verdad que sí, la situación está muy complicada Juanito. Ayer por ejemplo estaba almorzando en el restaurante del Lago Gutierrez, y un cliente mató de dos balazos al mozo porque le sirvió la sopa fría.
-¡Eehhh, qué barbaridad! ¿Y vos viste todo Salvatore? -Preguntó alarmado Fugazzetta.
-No Fugazzetta, yo no pude ver nada. Yo en ese momento estaba estrangulando al cocinero.
Esta anécdota despertó por demás la intranquilidad y el apetito del doctor Fugazzetta, quien mientras hacía los comentarios sobre el tema, se terminaba de un bocado media torta Galesa.
En mitad de la noche, Juanito y sus amigos dejaban atrás el chocolate, los churros, las tortas caseras, y el licor de crema al whisky, para pasar a las masas secas, una “isla flotante”, un postre de cerezas al Marrasquino, y diferentes licores, anís, tía María y algunas botellas de grapa.
Juanito abrazado a la botella de grapa cual si fuera una apetecible tía solterona, contaba lo acontecido en Buenos Aires unas mañanas atrás.
Resulta ser que estaba ayudando a su abuela en los quehaceres domésticos y preparando unos ravioles con salsa de queso, cuando llamaron a la puerta.
Es para destacar que Juanito cuando se halla entregado a las tareas hogareñas, se le da por patinar. Por eso es que se dirigió a atender la puerta montado en los patines de tela que la abuela utiliza para entrar a la habitación. Al observar por la mirilla vio a sus amigos del Club de Leones, y pensó:
-¡Zas!, los del Club de Leones. Seguro que vienen a tirar la manga. Bueno les voy a abrir, a ver si les puedo dar una mano.
-¡Juanito Bellmonstro! Qué gusto volver a verte -Dijeron a coro los visitantes.
-Bernardo y Hernando Devaldi, cómo les va tanto tiempo.
-Bien bien Juanito, vinimos acá nomás, y decidimos pasar a saludarte -Dijo don Bernardo al tiempo que agregó:
Te cuento, vinimos con Hernando al Hospital Francés, porque me entregaron unos audífonos nuevos que son una barbaridad. Son lo último de lo último, tienen una sensibilidad increíble, y me permiten escuchar el aleteo de los pájaros que están en los árboles de la vereda de enfrente.
-¡Sensacional! Y dígame una cosa don Bernardo, ¿le salieron muy caros?
-¿La hora? Son las doce y media, pero no te preocupes Juanito, no te vamos a robar mucho tiempo -Respondió don Bernardo.
-Esteee, cómo se llama, sabés que queríamos preguntarte Juanito, cómo se llama, estamos equipando un asilo de ancianos, cómo se llama, y cómo vos siempre sos un colaborador de fierro, cómo se llama, queríamos ver si tenés algo para donar al geriátrico -Preguntó don Hernando.
Juanito frunció el ceño, meditó un instante, y finalmente acotó:
-¡Siii como no! Enseguida les traigo a la abuela.
Avanzaba la noche, avanzaba el número de botellas vacías, y avanzaba el Doctor Fugazzetta a paso redoblado sobre las masas secas y el postre de cerezas, al tiempo que tomaba la palabra.
Relataba que Una tarde se encontraba atendiendo en su consultorio particular, cuando recibió la visita de una vecina que venía con su nieto.
Si bien la pediatría no era la especialidad de Fugazzetta, la señora era conocida de la familia, e insistía para que viera al pequeño.
El niño de cinco años, presentaba severísimos problemas de conducta. Fugazzetta le dijo a la abuela que los dejara a solas en el consultorio unos minutos. La mujer abandonaba
el lugar, mientras veía con preocupación, como su nieto Facundo, se divertía pateando en los tobillos al doctor, y pegándole en la barriga.
A la media hora el doctor Fugazzetta salió del consultorio, y le dijo a la abuela de Facundo:
-Listo señora. Tengo la solución para el problema que nos aqueja.
-¿Si doctor? Dígame, ¿cuál es?
-De inmediato me va a una bicicletería, y le compra la bicicleta más linda y moderna a Facundito.
-Bárbaro. Y escúcheme una cosa doctor Fugazzetta, ¿usted cree que con una bicicleta el nene va a estar más tranquilo?
-No se. ¡Pero por lo menos se va a ir a joder más lejos!
El Benemérito Doctor hizo un paréntesis en su alocución, suspiró con resignación, y dijo:
- A mí todas estas cosas me dan que pensar, y si pienso me ataca la ansiedad, y si me ataca la ansiedad...
Si al doctor Fugazzetta lo ataca la ansiedad, lo ataca en serio, y como prueba de ello vasta con imaginar la suerte que corrió la “isla flotante”, la cual terminó sumergida en las profundidades de su abdomen.
Juanito repentinamente, interrumpió la meditación de Alonso Delfrizer...
-Alonso, amigo mío, algo te tiene preocupado.
-Si “Juano”. No sé adonde voy a ir a dormir esta mañana.
-¡Ehh! ¿Por qué Alonso? ¿Qué ocurrió? -Preguntó Salvatore.
-Mi esposa me echó de la casa. Todo por culpa de mi suegra “la catarata del Iguazú”.
-¿“catarrata del Iguazú”? Jua jua juaaaa, ¿porr qué la llamás así? -Dijo Delaserres en avanzado estado etílico.
-Porque es una vieja cascada. Les cuento, todo empezó ayer por la tarde, cuando mi hijo Juan Pablo me preguntó qué era la reencarnación. Yo me puse a explicarle, y la jovata, como siempre está con las antenas encendidas, se tuvo que meter en la conversación...
-¿Cómo es eso? ¿Cómo es eso que le explica al niño Alonso?.
-Le estoy explicando qué es la reencarnación suegra. Le cuento que la reencarnación, es la vuelta a la vida, y que esa vuelta es del alma y lo hace en otra persona; o bien, como creían los budistas que una persona podía reencarnarse en un animal.
-¡Qué interesante! ¡Qué interesante Alonso! Yo sabía que buscando, buscando y rebuscando, algo en usted se podía rescatar.
Ahora veamos, a ver si entendí. Usted dice que la reencarnación es la vuelta a la vida de
alguien en otra persona, o en algún otro tipo de ser viviente, ¿no es así?
-En efecto suegra, algo así.
-Bien, entonces de acuerdo con lo que usted dice, yo puedo morirme y volver a la vida reencarnada en una serpiente. ¿No es cierto?
-¡Nooo suegra, dos veces lo mismo no vale!
La vieja se puso histérica, para peor Juan Pablo cuanto más chiflada se ponía, más se le reía en la cara, y eso la enfurecía.
-Te pasaste Alonso, jua jua juaaaa y no te hagás drrama, te venís a dorrmirr a casa, hasta que a tu esposa se le pase el enojo -Expresó alborozado Delaserres.
-Bueno muchachos, son las seis y media de la mañana, llegó la hora de desayunar. Yo invito, así que marchen unos tazones de chocolate bien caliente con unas copas de tequila, y facturas surtidas -Dijo Juanito.
Todos aceptaron el convite de Juanito. Todos a excepción del doctor Fugazzetta, quien se excusó diciendo:
-Yo te lo agradezco en el alma Juanito, pero a mí, me quedaron picando los ravioles con salsa de queso de los que hablaste hace un rato. Por eso les voy a pedir a los de la cocina, si me pueden preparar aunque sea un plato de moños con manteca.
Cerca de las ocho de la mañana, culminó la reunión de Juanito Bellmonstro y sus amigotes en el Café del Nahuelito. El día estaba frío y algo nublado. Zigzagueando, cantando, y abriéndose paso entre la nieve que cubría las calles y las veredas, se los podía ver cruzando la plaza del Centro Cívico, a Juanito y al doctor Delaserres. De frente a ellos y aproximadamente a media cuadra, venía paseando un majestuoso perro San Bernardo, el que tenía colgado al cuello un barrilito de coñac. Juanito al verlo, le dijo a Delaserres:
-Che mirá Delaserres, ahí viene el mejor amigo del hombre!!
Ante tal apreciación, el Doctor Delaserres concluyó:
-¡Faaahhhh! Sí, jua jua juaaaaa, y viene con un perrrro jua jua juaaaaa!!!!!!
Leo Lígori
domingo, 2 de mayo de 2010
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