¿Cuál
fue el motivo de ese pedido que brotó espontáneamente del corazón de la gente?
La
figura de Juan Pablo II, "el Grande", será recordada especialmente
por la gente de mi generación. Unos pondrán valor en su grandeza y otros en su
sencillez. Algunos datos sobre la niñez y juventud de Karol Jósef (a quien sus padres llamaban Lolek), pueden servir de punto de partida para el análisis de una respuesta. Nació en el pueblo de Wadowice (cerca de Cracovia) el 18 de mayo de 1920, donde convivía una gran comunidad judía con la católica. Hijo de Karol y Emilia, quien pese a los consejos médicos evitó el aborto y decidió darlo a luz (años antes había perdido una hija a poco de nacer, llamada Olga). Esto, si bien es poco conocido, lo signaría para el resto de la vida. Tal vez por eso, su madre estaba convencida que Karol llegaría a ser alguien importante. A los nueve años murió Emilia, quien a partir del nacimiento del niño, había estado siempre débil y enferma. Cuando Karol tenía 12 años, falleció repentinamente su único hermano, Edmundo, quien le había trasmitido la afición por los deportes. Edmundo era médico y murió por contagio de escarlatina en un hospital. En 1938, al terminar el colegio, donde Karol sobresalió por su amor al teatro, la recitación y la poesía, se fueron con su padre a vivir a Cracovia. Allí, en la universidad Jagellónica, comenzó a estudiar literatura polaca y filología, pero sus estudios se vieron pronto interrumpidos cuando los alemanes invadieron Polonia (1939) y cerraron la facultad. Karol comenzó a trabajar en una cantera de la fábrica Solvay para evitar ser deportado, lo que le permitió tener contacto real con el mundo obrero (motivo de su tercera encíclica, Laborem Exercens)
En febrero de 1941 muere su padre y Karol queda solo. A partir de entonces se aferra más al grupo de teatro de la facultad y al místico Jan Tyranowski, quien lo introdujo en la espiritualidad de San Juan de la Cruz y en "el rosario vivo". En 1942, decide dejar de lado su prometedora carrera como escritor y actor de teatro, e ingresa en el seminario clandestino de Cracovia dirigido por el famoso arzobispo, Adam Sapieha. En 1945 los rusos liberan Polonia, pero instalan el sistema comunista con un gobierno dominado desde Moscú.
El papel de Juan Pablo II en los cambios fundamentales de la historia no se puede ignorar y quizá fue el motivo de que muchos hombres de izquierda, aún dentro de la Iglesia, denostaran su figura.
En 1946,
Karol es ordenado sacerdote y viaja a Roma para completar sus estudios
filosóficos. Una cosa que lo sorprendió antes de regresar a su patria, fue que
al visitar San Giovanni Rotondo, el futuro santo, Pío de Pietralcina, le dijo
que llegaría a ser Papa. Ya en Polonia comenzaría su vertiginosa carrera
eclesiástica, primero como vicario, luego como párroco, hasta ser nombrado
obispo auxiliar de Cracovia en 1958, con tan sólo 38 años de edad. Más tarde
participó en el Concilio Vaticano II, aportando sus ideas en dos de las
Constituciones principales (Lumen Gentium y Gaudium et spes)
En 1964
es nombrado obispo de Cracovia y en 1967, el Papa Pablo VI, lo hizo cardenal, a
los 47 años. En todo este tiempo luchó pacíficamente contra el sistema
comunista polaco, apostando siempre por la dignidad de la persona humana y su
libertad. Finalmente, el 15 de octubre de 1978 es elegido Sumo Pontífice en
reemplazo de Juan Pablo I. Era la primera vez, en casi 500 años, que no elegían
un Papa polaco. Esto marcó un gran cambio en la Iglesia católica. Inició su
papado consagrándose a la Virgen, con aquél lema del Totus Tuus ("Todo
tuyo") y diciendo al mundo: "¡No tengan miedo!, ¡abran de par en par las puertas a Cristo!".
Muy pronto se convirtió en el "Papa peregrino", por sus viajes alrededor del mundo entero (el segundo fue a su patria donde pidió que descendiera el Espíritu Santo y renovara la faz de su tierra), y en un firme defensor del movimiento "Solidaridad" encabezado por Lech Walesa en Polonia, algo que no fue bien visto por las autoridades soviéticas.
El 13 de
mayo de 1981, día de las apariciones de la Virgen en Fátima, el turco Mehmed
Alí Agca le disparó a quemarropa en la plaza de San Pedro. El hecho reavivó los
padecimientos de su niñez y juventud y volvió a marcarlo a fuego, ya que las
heridas de aquél fallido atentado tendrían sus consecuencias físicas durante el
resto de su vida. Aunque nunca se clarificó del todo el hecho, la pista búlgara
y la intervención soviética, fueron casi demostradas. Juan Pablo II, se nutrió
de aquel dolor para salir con más fuerza al mundo y dar el ejemplo. Por un
lado, al ir a perdonar a la cárcel al autor del atentado, dando una muestra de
misericordia (motivo de su segunda encíclica, Dives in Misericordia). Por el
otro, al demostrar públicamente que seguiría con su firme apoyo al movimiento
"Solidaridad" en Polonia. Por último, yendo en peregrinación a
Fátima, para agradecer lo que para Karol había sido la providencial intervención
de María en el desvío de la bala asesina que pasó a centímetros de su arteria
aorta. Años después, el Vaticano daría a conocer el llamado "tercer
secreto de Fátima", que tenía que ver con el atentado al Papa y el aviso
de la Virgen sobre que Rusia se convertiría.
En 1989,
cayó el muro de Berlín y se derrumbó el comunismo soviético, dando fin a la
llamada "guerra fría" y comenzando un cambio de paradigmas a nivel
mundial. El papel de Juan Pablo II, en estos cambios fundamentales, no se puede
ignorar y quizás, fue el motivo de que, posteriormente, muchos hombres de
izquierda, aún dentro de la Iglesia, denostaran su figura.Luego vendría, quizá, la etapa más difícil de su vida. La vejez cargada de enfermedades y de algunas críticas a su gestión en el gobierno de la Iglesia, tildándolo de conservador. Sin embargo, su fidelidad a Cristo fue superlativa en ese no querer "bajarse de la cruz" pese al dolor y el sufrimiento físico que le ocasionaba el Parkinson, al no renunciar a su cargo como muchos le pedían (hecho no común en la historia de la Iglesia y que recién Benedicto XVI puso en clave de ofrenda de amor). Verlo en su última aparición pública, en la plaza de San Pedro, asomado al balcón de la Biblioteca papal, sentado en la silla de ruedas, tomándose la cabeza porque no podía hablarle a la gente, con gestos de angustia y tristeza, fue la síntesis de una vida de lucha y dolor, entregada por amor a Dios.
La
figura de Juan Pablo II, "el Grande", quien escribió durante su
papado 14 encíclicas y realizó más de cien viajes por todo el mundo (entre
ellos, dos a la Argentina), será recordada especialmente por la gente de mi
generación, unos pondrán valor en su grandeza y otros en su sencillez. Yo, me
quedo con el sentido que le dio al sufrimiento del ser humano en clave de
imitación de Cristo y de salvación.
Por
Jesús María Silveyra
El autor
es escritor. Su último libro publicado es Francisco. Un signo de esperanza
(Lumen)
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