En la parada del autobús, un nutrido grupo de personas espera en apretada fila,
para subir al vehículo. Le llega el turno a una bella joven, quien
viste altas botas y chaqueta combinada con una estrecha minifalda de
cuero.
La joven se percata de que el escalón de acceso al autobús es tan alto
que la faldita le va a impedir subir. Sonrojada, se lleva las manos
atrás, buscando la cremallera. La localiza, la baja un poco y se
dispone a subir.
Nada! Todavía la falda le impide levantar la pierna para alcanzar el escalón.
Mira avergonzada al chofer, sonríe tímidamente y, de nuevo, se lleva
las manos atrás y baja un poco más la cremallera.
Pese a todo, aún la faldita le impide levantar la pierna para subir en
este nuevo e inútil empeño.
La gente que espera en fila comienza a
incomodarse y a protestar.
Un tipo grandote que esperaba su turno detrás de ella, toma a la
muchacha, súbita y ágilmente por la cintura, y la sube al autobús cual
una pluma.
La muchacha furiosa, se vuelve al desconocido y le reclama:
-¿Cómo se atreve a tocarme? ¡Descarado! Yo no sé quién es usted...
¡Caradura!
Y el hombre, encogiéndose de hombros, le responde:
-Bueno, señorita, pensé que después de haber tratado de abrirme la
bragueta dos veces seguidas... ya éramos amigos, ¿no?
domingo, 28 de agosto de 2016
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