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sábado, 30 de noviembre de 2019

Un asesinato, un amor imposible y un enigmático mensaje...

Están cerca de resolver un misterio de 70 años
Un hombre fue encontrado sin vida en una playa de Australia en 1948. En su traje llevaba un papel con un código. ¿Por qué su caso atrajo la atención internacional?
El primero de diciembre de 1948 a las 6.30, un hombre fue encontrado muerto en una playa de Australia. No había signos de forcejeo, estaba muy bien vestido, con la ropa perfectamente planchada y los zapatos lustrados. Cuando fueron a realizarle la autopsia, a la enigmática escena de su hallazgo se sumó un hecho desconcertante: en el bolsillo del traje había un papel con un código y un mensaje. “Terminado”, decía.

¿Quién era? ¿Cómo había muerto? ¿Qué significaba el código y el mensaje? son interrogantes que permanecen y que han generado todo tipo de especulaciones, no solo en ese país. Es que una serie de factores llevó el caso a un público internacional: la muerte ocurrió en la época de la Guerra Fría, la falta de identificación, la posible referencia del código a un libro, el uso de un veneno indetectable y la posibilidad de un amor no correspondido. ¿Era acaso un espía?
Siete décadas después un profesor de la Universidad de Adelaida quiere resolver el caso. Se trata de Derek Abbott que solicitó exhumar el cuerpo y asumió el costo. Su interés por el caso no es solo profesional. La investigación, que comenzó hace más de una década, lo llevó a descubrir el amor.

Una autopsia dictaminó que murió tras haber sido envenenado, pero el fallecido, conocido como el "Hombre de Somerton" nunca fue identificado.
Tras aprobar el procedimiento, la fiscal general del sur de Australia, Vickie Chapman, dijo que también quería saber más detalles de la víctima. "Estoy muy contenta de dar mi aprobación para la exhumación, siempre que los costos sean cubiertos por aquellos que presenten la solicitud", dijo y agregó: "Es un caso de intriga y misterio, por lo que estuvo en mi agenda durante más de 40 años".
La firma de la fiscal abrió la posibilidad de resolver las preguntas que desconciertan a Australia desde hace siete décadas.

Lo que se sabe
De la víctima no se sabe casi nada. Se le conoce como "Hombre de Somerton" o el “Caso Taman Shud”, tenía entre 40 y 45 años, 1.80 metros de altura, ojos color castaño claro, cabello rubio, hombros anchos, cintura estrecha.
Aún cuando hacía calor, el día que lo encontraron estaba impecablemente vestido, con una camisa blanca, corbata color rojo con azul, pantalón marrón, medias y zapatos, llevaba un suéter de punto marrón y una chaqueta gris. Extrañamente, al parecer no tenía un sombrero, algo poco común en 1948, especialmente para alguien que vestía de traje.
"Fuimos a ver si estaba bien, nos acercamos bastante y no lo vimos respirar ni mirarnos", recordó Neil Dayen en un programa de televisión. Él y un compañero aprendiz de jockey encontraron el cuerpo del "Somerton Man" en la playa.
Su amigo agarró la pierna del hombre para ver si podía despertarlo, pero se dieron cuenta que estaba muerto y llamaron a la Policía.
Cuando los agentes llegaron al lugar, notaron que el cuerpo no tenía heridas, golpes ni cicatrices. Llevaba un cigarrillo sin fumar detrás de la oreja. Tampoco portaba documentación de identidad.
Tras trasladar el cuerpo y revisarlo, descubrieron que ninguna de sus prendas tenía etiquetas. En el pedazo de papel que llevaba en la chaqueta había una frase persa codificada: “Taman Shud”, que se podría traducir como “terminado". Además, se leía un código raro que no ha podido ser descifrado.
Esos datos hicieron pensar que se trataba de un espía de posguerra. La teoría se fortaleció luego de que encontraran otro “mensaje codificado” escondido dentro del traje. Era una frase arrancada del libro Rubaiyat de Omar Khayyam.
Cinco meses después de su hallazgo, el hombre fue enterrado en el cementerio de West Terrace, sin que nadie supiera quién era.

Una muerte, una investigación y un amor
Derek Abbott se interesó por el caso hace muchos años y desde hace más de una década intenta resolver el misterio. La investigación lo llevó a Rachel Egan, que cree que es la nieta del “Hombre de Somerton” y de quien el profesor se enamoró.
En un programa de televisión, Rachel recordó cómo conoció al investigador. "Quería mirarme las orejas y los dientes. También estaba detrás de mi ADN. Probablemente sea la primera solicitud que he recibido de un hombre para hacer eso”, dijo con humor y señaló: “La gente dice que posiblemente Derek se casó conmigo por mi ADN. Y creo que hay algo de verdad en eso".
Para Derek, el misterioso fallecido era estadounidense y papá de un bailarín de ballet australiano, Robin Thomson, el padre de su esposa. Además, cree que conoció y estuvo en una relación secreta e “imposible” con una mujer en Adelaida llamada Jo Thomson.
Entre las cosas que llevaron al investigador a esa conclusión es que el bailarín y el "Somerton Man" no solo compartían rasgos físicos sino un trastorno genético presente en solo el 2% de la población. Sin embargo, el bailarín murió en 2009 y Jo negó la versión de Derek.
"Al exhumar el cuerpo y darle una identidad a Somerton Man, finalmente se cerrará este caso y el misterio en la vida de muchas personas. En alguna parte hay una familia que perdió a alguien", concluyó la posible nieta del hombre sin nombre.

¿Por qué nos salen manchas en la piel?

Puede ser visto como un problema estético o de salud, lo cierto es que son lesiones que pueden ser importantes...
Por Dra. Samira Bonomo - SAD

Manchas: estar alerta a las que aparecen de forma abrupta, las que crecen de tamaño, se oscurecen o cambian su aspecto
Las manchas en la piel se producen por una hiperpigmentación, aumento de la melanina, que es el pigmento responsable de generar el color en la piel. Es una molécula compleja, que también tiene la función de fotoprotección, actuando como defensa de la irradiación UV. Es uno de los temas más frecuentes en la consulta dermatológica porque son molestas e impactan en la autoestima del que las sufre. Otro dato: son mucho más frecuentes en las mujeres.
Existen múltiples y diversas causas que pueden provocar la aparición de manchas en la piel, pero si algo está claro, es que la principal, es la exposición a la radiación solar. Permanecer mucho tiempo bajo los rayos ultravioleta (UV) provoca mayor cantidad de melanina. En las zonas donde se concentra esta sustancia aparece una mancha.
Se sabe que el daño es acumulativo y progresivo. Con la edad y los años de exposición al sol, la piel se vuelve más seca y menos elástica. Aunque no existe una edad determinada para que empiecen a aparecer estas lesiones, por lo general son más frecuentes entre los 30 y los 40 años.
Debido al tiempo y grado de exposición solar, así como el color de la piel de cada individuo, las causas de las manchas son múltiples, tales como:
- Exposición solar, radiación ultravioleta
- Traumas en la región (acné, picadura de insectos, quemaduras)
- Algunos medicamentos (ejemplo más común: anticonceptivos)
- Factores hormonales (embarazo, hormonas hipofisárias, estrogénicas y tiroideas) - Nutricionales (oligoelementos -zinc y cobre- ; edulcorantes -ciclamato y sacarina-), deficiencia de vitaminas del complejo B, A y C)
- Enfermedades sistémicas (ejemplo hepatopatías)
- Metabólicas - Genéticas
- Cáncer

Principales tipos de manchas en la piel
Melasma: Son manchas marrón claro o pardo grisáceo, en forma de parches en áreas de la piel expuestas al sol. Causadas por una alta liberación de melanina y también recientemente se descubrió que pueden aparecer por la dilatación vascular. Localizadas en frente, mejillas y labio superior. La exposición solar ayuda a desencadenar esta dilatación, así como la predisposición genética, las hormonas y el calor.

Pecas: Son castaño claro u oscuro, muy chiquitas diseminadas en zonas fotoexpuestas.

Posinflamatorias: Más frecuentes en personas de tez morena, aparecen después de lesiones como los granitos, las picaduras de insecto y los pelos encarnados, por ejemplo.

Lentigo solar: Manchas marrones claras u oscuras, localizadas en la cara, escote, tronco y extremidades. Son frecuentes en adultos de piel clara, mayores a 50 años.

Fitofotodermatosis: Son manchas producidas por el contacto con sustancias sensibles al sol, como perfumes, frutos cítricos, plantas y algunos químicos.

Cáncer: Manchas con coloración distinta a las demás (buscamos el "patito feo"), que crecen o cambian su forma a lo largo del tiempo.

En el consultorio, solemos diagnosticar enfermedades sistémicas a raíz del estudio de las manchas. Por ejemplo: la diabetes, hipotiroidismo y síndromes que se encuentran asociados a otros órganos en su contexto clínico. La localización, extensión y característica nos llevan a la identificación.
Vale recordar que hemos mencionado apenas las manchas de color marrón, pero existe el otro lado de la moneda: las que presentan ausencia o disminución de la melanina.
Para combatir las manchas, existen numerosos productos tópicos y técnicas químicas y físicas para atenuar estas lesiones.Antes de tomar cualquier medida, hay que ver a un dermatólogo que confirme el diagnóstico y pueda dar una solución específica para el tipo de mancha del que se trate aunque muchas no presenten cura.

Entre los tratamientos disponibles encontramos agentes despigmentantes, peelings y tratamientos con láser y fuentes de luz y el imprescindible protector solar.
Tema de todos los días: hay una creencia errónea de que debemos utilizar estas cremas sólo en los meses de verano, sin embargo, la radiación UV está presente a lo largo de todo el año, en mayor o menor medida, por lo que es necesario mantener una protección diaria. Además, el uso de estas cremas protectoras, no sólo evita la aparición de nuevas manchas sino que previene la aparición de cáncer cutáneo.
Aconsejo además una alimentación rica en antioxidantes, como vitamina E, vitamina C, carotenoides y licopeno, ya que han demostrado tener un papel protector frente al envejecimiento y las manchas.
El cigarrillo provoca un envejecimiento prematuro de la piel, dificulta la cicatrización de las heridas y favorece la aparición de cáncer cutáneo y mucosa, por lo que evitarlo también entra dentro de las recomendaciones para tener una piel saludable y libre de manchas.
Todas las manchas deben ser evaluadas para diferenciar aquellas nocivas de las que son solamente estéticas. Siempre debe haber alerta a las que aparecen de forma abrupta, las que crecen de tamaño, se oscurecen o cambian su aspecto.
El dermatólogo estudiará dentro del abanico de factores el tratamiento adecuado a la misma. Es imprescindible la consulta para realizar el diagnóstico certero y posterior tratamiento correspondiente. Como salvedad, la mejor época para el tratamiento en general es el otoño y el invierno, pero hemos podido diferenciar múltiples causas y la idea es que se pueda alentar al cuidado diario y la educación al protector solar en base a todo lo expuesto.

La doctora Samina Bonomo (MN 115874) es Especialista Universitaria en Dermatología Clínica y Estética y Miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD)

Tommy Dorsey & His Orchestra

Tema: Well, Git It!
https://youtu.be/FgiHzCiB5Aw

¿Quién fue Toulouse-Lautrec?

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec, Montfa - Albi, 24 de noviembre de 1864 - Château Malromé, Saint-André-du-Bois, 9 de septiembre de 1901, conocido simplemente como "Toulouse-Lautrec".
Fue un pintor, dibujante, litógrafo, autor de carteles, ilustrador.
Movimiento: Posimpresionismo
Género: Retrato
Obras notables: La payasa Cha-U-Kao

Destacó por la representación de la vida nocturna parisina de finales del siglo XIX. Se le enmarca en el movimiento postimpresionista, pero hay debates sobre si la intención subversiva de su obra contra el statu quo de las relaciones extramatrimoniales debe hacer su obra única, creando su categorización propia e inconmensurable.

Infancia
Nació en el castillo de Albi en el seno de una familia de la nobleza. En su familia, como era habitual en muchas dinastías de la antigua aristocracia, muchos matrimonios se concertaban entre parientes para evitar las divisiones territoriales y la dispersión de la fortuna. Este fue el caso de los padres de Henri, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa (1838-1913) y Adèle Tapié de Celeyran (1841-1930), que eran primos en primer grado. La endogamia hubo de condicionar la salud del artista. Henri fue el primogénito y cuando tenía cuatro años nació su hermano Richard-Constantine, que falleció un año después. Por desavenencias, sus padres se separaron en 1868 y él quedó bajo el cuidado de su madre.
Su infancia fue feliz a pesar de que padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos y que comenzó a manifestarse en él en 1874. Su constitución ósea era débil y entre mayo de 1878 y agosto de 1879 sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas, que le impidieron crecer más, alcanzando una altura de 1,52 m., a pesar de que su madre, preocupada por su salud y crecimiento, consultó a numerosos médicos.
Desde niño gustaba del dibujo, trazando en sus cuadernos escolares bocetos de caballos (su padre era un gran aficionado a la caza y la equitación) los paisajes en torno al castillo y de sus familiares. Dándose cuenta de su talento, un amigo de su padre, el pintor René Princeteau, le dio algunas clases particulares.

Carrera en París
Toulouse-Lautrec decidió ser pintor, y con el apoyo de su tío Charles y varios pintores amigos de la familia, como Princeteau, John Lewis Brown y Jean-Louis Forain, fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de Léon Bonnat, que era un retratista de moda, y, cuando se cerró el taller de Bonnat en septiembre de 1882, tuvo que buscar un nuevo maestro, Fernand Cormon. En el estudio de Cormon se hizo amigo de Vincent van Gogh.
En 1884 Toulouse-Lautrec fue a vivir al barrio de Montmartre, donde tuvo vecinos como Degas. La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salón de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, el Moulin Rouge, Le Chat Noir o el Folies Bergère. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra. En sus obras de los bajos fondos de París pintaba a los actores, bailarines, burgueses y prostitutas. A estas las pintaba en su vida cotidiana: mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio o cuando esperaban una inspección médica.
Al contrario que los artistas impresionistas, apenas se interesó por el género del paisaje, y prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial, que le permitían jugar con los colores y encuadres de forma subjetiva. Muy observador, le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado.
Los dueños de los cabarets le pedían que dibujara carteles para promocionar sus espectáculos, algo que entusiasmó mucho a Lautrec, ya que en sus largas noches en estos locales dibujaba todo lo que veía y lo dejaba por las mesas. Al contrario que el incomprendido Vincent van Gogh, Toulouse-Lautrec llegó a vender obras y fue reconocido, si bien su popularidad radicó en sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios más que en la pintura al óleo.
Tuvo grandes amigas como la bailarina Jane Avril, a la cual dedicó varios cuadros y carteles. Conoció a bailarines reconocidos como Valentín el Descoyuntado, payasos y demás personajes de las fiestas y espectáculos por los suburbios. Este mundillo de vicio y extravagancia fue un refugio para Lautrec, quien se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Su minusvalía causaba rechazo en los salones chic, y en Montmartre pudo pasar desapercibido y dar rienda suelta a su bohemia. Criticaba a todos aquellos que reflejaban paisajes en sus cuadros, ya que él opinaba que lo que verdaderamente valía la pena eran las personas, el pueblo. Se consideraba a sí mismo un cronista social y se mezcló, pintó y fue como el pueblo. Pintó grandes obras como "La inspección médica".

En 1886 abandonó el estudio de Cormon y arrendó el suyo propio. En los años 1890 viajó hasta Londres donde conoció y retrató a Oscar Wilde; también diseñó el programa de mano (folleto o cuadernillo) repartido en el estreno parisino de su drama Salomé.
Tenía problemas con el alcohol y además contrajo sífilis, lo que muchas veces derivaba en accesos de locura. El alcoholismo deterioró su salud, y a partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas y en un costado. En 1897 tuvo que ser recogido de las calles a causa de una borrachera, y poco después en un delírium trémens llegó a disparar a las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas. Sin embargo, seguía pintando de forma firme y rápida; pero lo volvieron a recoger alcoholizado en 1899 y lo internaron en un sanatorio mental, donde realizó una colección de pinturas sobre el circo. Le dejaron ir a casa de su madre en las posesiones de ésta cerca de Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama.
En 1922 su madre y su marchante abrieron el Museo Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie, Albi, muy visitado y reconocido por su amplia colección.

Obra
La obra de Toulouse-Lautrec se caracteriza por su estilo fotográfico, al que corresponden la espontaneidad y la capacidad de captar el movimiento en sus escenas y sus personajes, siendo el suyo un estilo muy característico. A esto hay que añadir la originalidad de sus encuadres, influencia del arte japonés, que se manifiesta en las líneas compositivas diagonales y el corte repentino de las figuras por los bordes. Poseía una memoria fotográfica y pintaba de forma muy rápida. Sin embargo, su primera influencia fue la pintura impresionista y, sobre todo, la figura de Degas, de quien siguió la temática urbana alejándose de los paisajes que interpretaban Monet o Renoir. Fue la vanguardia del modernismo y del art nouveau.
Lautrec fue fundamentalmente un dibujante e ilustrador, tareas que le permitieron subsistir. Sus pinturas al óleo son comparativamente escasas y apenas las expuso en vida. Al contrario que Van Gogh, su «malditismo» o fama de persona marginal no implicaron que fuese un artista fracasado; y de hecho fue muy popular por sus ilustraciones y carteles publicitarios. Aportó quince diseños al semanario Le Rire y también ilustró el programa de mano del estreno teatral de Salomé de Oscar Wilde.
Entre sus obras podemos citar las siguientes:
Autorretrato ante el espejo (óleo sobre cartón, 1880).
El Conde Alphonse de Toulouse-Lautrec conduce su coche de cuatro caballos (óleo sobre tela, 1881).
La madre del artista, Condesa Adèle de Toulouse-Lautrec, desayunando en el Castillo Malromé (óleo sobre tela, 1881-1883).
La gorda Marie Martín (óleo sobre tela, 1884).
La lavandera (óleo sobre tela, 1884).
Retrato de Vincent van Gogh (pastel sobre cartón, 1887).
Amazona en el circo Fernando (óleo sobre tela, 1888).
Mademoiselle Marie Dihau al piano (óleo sobre cartón, 1890).
En el Moulin de la Galette (óleo sobre tela, 1889).
Baile en el Moulin Rouge (óleo sobre tela, 1890).
Moulin Rouge: la Goulue (litografía en colores, 1891).
Reine de joie (litografía en colores, 1892).
El inglés en el Moulin Rouge (óleo y gouache sobre cartón, 1892).
En el Moulin Rouge: dos mujeres bailando (óleo sobre cartón, 1892), Museo Nacional de Praga, Praga
Divan de Carmenchu (litografía en colores, 1892-1893).
Yvette Guilbert (gouache sobre cartón, 1894; Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid).
Jardín de París: Jane Avril (litografía en colores, 1893).
La inspección médica (óleo sobre cartón, 1894).
Salón de la Rue des Moulins (óleo sobre lienzo, h. 1894), Museo Toulouse-Lautrec, Albi
La payasa Cha-U-Kao (óleo sobre cartón, 1895), Museo de Orsay, París
La pasajera de la cabina (litografía en colores, 1896).
Paseo por el campo (litografía en colores, 1897).
La pelirroja con blusa blanca (óleo sobre lienzo; Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid).

Cuento: EXISTE UN HOMBRE QUE TIENE LA COSTUMBRE DE PEGARME CON UN PARAGUAS EN LA CABEZA

Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza. Justamente hoy se cumplen cinco años desde el día en que empezó a pegarme con el paraguas en la cabeza. En los primeros tiempos no podía soportarlo; ahora estoy habituado.
No sé cómo se llama. Sé que es un hombre común, de traje gris, levemente canoso, con un rostro vago. Lo conocí hace cinco años, en una mañana calurosa. Yo estaba leyendo el diario, a la sombra de un árbol, sentado pacíficamente en un banco del bosque de Palermo. De pronto, sentí que algo me tocaba la cabeza. Era este mismo hombre que, ahora, mientras estoy escribiendo, continúa mecánicamente e indiferentemente pegándome paraguazos.
En aquella oportunidad me di vuelta lleno de indignación (me da mucha rabia que me molesten cuando leo el diario): él siguió tranquilamente aplicándome golpes. Le pregunté si estaba loco: ni siquiera pareció oírme. Entonces lo amenacé con llamar a un vigilante: e imperturbable y sereno, continuó con su tarea. Después de unos instantes de indecisión y viendo que no desistía de su actitud, me puse de pie y le di un terrible puñetazo en el rostro. Sin duda, es un hombre débil: sé que, pese al ímpetu que me dictó mi rabia, yo no pego tan fuerte. Pero el hombre, exhalando un tenue quejido, cayó al suelo. En seguida, y haciendo al parecer, un gran esfuerzo, se levantó y volvió silenciosamente a pegarme con el paraguas en la cabeza. La nariz le sangraba, y, en ese momento, no sé por qué, tuve lástima de ese hombre y sentí remordimientos por haberle pegado de esa manera. Porque, en realidad, el hombre no me pegaba lo que se llama paraguazos; más bien me aplicaba unos leves golpes, totalmente indoloros. Claro está que esos golpes son infinitamente molestos. Todos sabemos que, cuando una mosca se nos posa en la frente, no sentimos dolor alguno: sentimos fastidio. Pues bien, aquel paraguas era una gigantesca mosca que, a intervalos regulares, se posaba, una y otra vez, en mi cabeza. O, si se quiere, una mosca del tamaño de un murciélago.
De manera que yo no podía soportar ese murciélago. Convencido de que me hallaba ante un loco, quise alejarme. Pero el hombre me siguió en silencio, sin dejar de pegarme. Entonces empecé a correr (aquí debo puntualizar que hay pocas personas tan veloces como yo). Él salió en persecución mía, tratando infructuosamente de asestarme algún golpe. Y el hombre jadeaba, jadeaba, jadeaba y resoplaba tanto, que pensé que, si seguía obligándolo a correr así, mi torturador caería muerto allí mismo.
Por eso detuve mi carrera y retomé la marcha. Lo miré. En su rostro no había gratitud ni reproche. Sólo me pegaba con el paraguas en la cabeza. Pensé en presentarme en la comisaría, decir: “Señor oficial, este hombre me está pegando con un paraguas en la cabeza.” Sería un caso sin precedentes. El oficial me miraría con suspicacia, me pediría documentos, comenzaría a formularme preguntas embarazosas, tal vez terminaría por detenerme.
Me pareció mejor volver a casa. Tomé el colectivo 67. Él, sin dejar de golpearme, subió detrás de mí. Me senté en el primer asiento. Él se ubicó, de pie, a mi lado. Con la mano izquierda se tomaba del pasamanos; con la derecha blandía implacablemente el paraguas. Los pasajeros empezaron por cambiar tímidas sonrisas. El conductor se puso a observarnos por el espejo. Poco a poco fue ganando al pasaje una gran carcajada, una carcajada estruendosa, interminable. Yo, de la vergüenza, estaba hecho un fuego. Mi perseguidor, más allá de las risas, siguió con sus golpes.
Bajé -bajamos- en el puente del Pacífico. Íbamos por la avenida Santa Fé. Todos se daban vuelta estúpidamente para mirarnos. Pensé en decirles: “¿Qué miran, imbéciles? ¿Nunca vieron a un hombre que le pegue a otro con un paraguas en la cabeza?”. Pero también pensé que nunca habrían visto tal espectáculo. Cinco o seis chicos nos empezaron a seguir, gritando como energúmenos.
Pero yo tenía un plan. Ya en mi casa, quise cerrarle precipitadamente la puerta en las narices.
No pude: él, con mano firme, se anticipó, agarró el picaporte, forcejeó un instante y entró conmigo.
Desde entonces, continúa golpeándome con el paraguas en la cabeza. Que yo sepa, jamás durmió ni comió nada. Simplemente se limita a pegarme. Me acompaña en todos mis actos, aun en los más íntimos. Recuerdo que, al principio, los golpes me impedían conciliar el sueño; ahora, creo que, sin ellos, me sería imposible dormir.
Con todo, nuestras relaciones no siempre han sido buenas. Muchas veces le he pedido, en todos los tonos posibles, que me explicara su proceder. Fue inútil: calladamente seguía golpeándome con el paraguas en la cabeza. En muchas ocasiones le he propinado puñetazos, patadas y -Dios me perdone- hasta paraguazos. Él aceptaba los golpes mansamente, los aceptaba como una parte más de su tarea. Y este hecho es justamente lo más alucinante de su personalidad: esa suerte de tranquila convicción en su trabajo, esa carencia de odio. Esa, en fin, certeza de estar cumpliendo con una misión secreta y superior.
Pese a su falta de necesidades fisiológicas, sé que, cuando lo golpeo, siente dolor, sé que es débil, sé que es mortal. Sé también que un tiro me libraría de él. Lo que ignoro es si, cuando los dos estemos muertos, no seguirá golpeándome con el paraguas en la cabeza. Tampoco sé si el tiro debe matarlo a él o matarme a mí. De todos modos, este razonamiento es inútil: reconozco que no me atrevería a matarlo ni a matarme.
Por otra parte, últimamente he comprendido que no podría vivir sin sus golpes. Ahora, cada vez con mayor frecuencia, tengo un presentimiento horrible. Una profunda angustia me corroe el pecho: la angustia de pensar que, acaso cuando más lo necesite, este hombre se irá y yo ya no sentiré esos suaves paraguazos que me hacían dormir tan profundamente.

Fernando Sorrentino (Argentina, 1942)
"Imperios y servidumbres". Barcelona, Seix Barral, 1972

La increíble historia de Sealand, el "país" más pequeño del mundo

En el Mar del Norte, en Europa, hay dos torres cilíndricas de concreto unidas por una plataforma de hierro que encima tiene un helipuerto. Y ya. Bienvenidos al Principado de Sealand, el país más pequeño del mundo, ochocientas veces más pequeño que el Vaticano y ubicado a tan solo diez kilómetros de la costa este de Inglaterra. Eso sí, en aguas internacionales.

Una plataforma solitaria en medio del mar del Norte se autoproclamó principado en 1967. Hoy tiene 22 habitantes, bandera, himno, moneda y seleccionado de fútbol
Ubicada a menos de 10 kilómetros de la costa de Suffolk, un condado del este de Inglaterra, Marlandia (Sealand) fue construida durante la Segunda Guerra Mundial como parte de una serie de plataformas militares que debían defender a la isla de los ataques nazis por mar.
Una vez en desuso, las plataformas han tenido diversos destinos, pero ninguno tan original como el de Marlandia. Con una superficie de 1,6 kilómetros cuadrados, esta mole de concreto es el país más pequeño del mundo.
Está compuesto de dos torres de concreto unidas por una plataforma de hierro. Si bien no está oficialmente reconocido como un Estado autónomo, sus habitantes lo sienten de ese modo y actúan en consecuencia desde 1967, cuando declararon su independencia de Reino Unido y conformaron el principado.

No necesitan de la ayuda de nadie para sobrevivir. Producen su propia agua potable, consiguen parte de sus alimentos a través de la pesca, e importan los bienes que no están en condiciones de fabricar.
Como todo país, tienen una moneda, el dólar marlandés (sealand dollar). También tiene sus estampillas y hasta un seleccionado de fútbol, denominado Sealand All Stars.
Su principal fuente de ingreso es la venta de títulos nobiliarios a través de internet. Para ser declarado lord o lady hay que pagar sólo 50 dólares. Un poco más caro, 335 dólares, cuesta convertirse en conde de Marlandia.
Entre sus productos de exportación se destacan los souvenirs, que incluyen la camiseta del equipo nacional y otros recuerdos del exótico país. También se puede comprar un metro cuadrado de territorio por 33 dólares.

El fundador, máximo prócer y primer monarca de Marlandia es Roy Bates. El ex infante de marina se dedicaba a hacer transmisiones radiofónicas ilegales y encontró en el fuerte un lugar ideal para hacerlo.
Lo ocupó en la Nochebuena de 1966 junto con su esposa, Joan, y sus hijos, Penélope y Michael. En septiembre de 1967 se autoproclamó príncipe.
Murió en 2012 a los 91 años y legó el trono a su hijo Michael, que vive allí junto a sus familiares y amigos. El príncipe asegura que su ejemplo de independencia puede servir de inspiración a Escocia, que también busca su autonomía del Reino Unido.

Fuente: https://www.infobae.com/

Canción de Buenos Aires

Nelly Omar es el nombre artístico de Nilda Elvira Vattuone, nacida el 10 de septiembre de 1911. Conocida actriz y cantante argentina.
https://youtu.be/-QIvDX-FRG0

Las ocho señales de alarma que nos da el cuerpo al levantarnos y no sabemos descifrar

Si pudiéramos ver y escuchar la vida nocturna de nuestro cuerpo quizá entenderíamos mejor esa voz rara matutina, ese pinchazo en la cintura que impide enderezarnos o ese brazo dormido que nos hace sospechar: ¿será algo serio?
"La clave está en observar si la sintomatología se repite todos los días, ya que eso será un indicador de que esa determinada molestia se debe a algo más grave que a una mala postura o a determinados hábitos nocturnos", indica la traumatóloga Gemma Pidemunt. Su colega Luis Sanz recuerda que si solo sentimos uno de los síntomas (por ejemplo, pinchazos en las cervicales, mano entumecida o adormecida, carraspeo, dolor de cabeza) y va disminuyendo según pasa el día, es muy difícil que guarde relación con alguna enfermedad grave. Aún así, el especialista recomienda que si estos episodios se presentan, además de frecuentemente, con más síntomas, dolor o molestia excesiva, y cambian de localización o hay alteraciones en el peso, hay que ir a consultar al médico. Pero, por lo general, todas estas molestias mañaneras, lejos de ser inexplicables, se deben a algo que hiciste durante la noche.

1- La mano dormida puede ser más que una mala postura
Despertarse con un hormigueo que te recorre el antebrazo hasta la mano es algo que nos ha pasado a todos alguna vez. Esa sensación de adormecimiento y cosquilleo se llama parestesia, y suele afectar a los brazos, las manos, las piernas y los pies. "No hay una sola causa por la que nos podemos despertar con la mano dormida, pero en general suele tener un origen neurológico. Es decir, que un nervio puede haber quedado comprimido en su trayecto desde la médula espinal a la altura de las cervicales hasta la propia mano", explica la traumatóloga y experta en cirugía de la mano, Gemma Pidemunt. Esta situación, que puede deberse perfectamente a una mala postura durante el sueño (por ejemplo, al apoyar todo tu peso encima de la muñeca mientras dormís), se considera algo extraño si se produce noche tras noche, ya que "lo más normal es que una vez que cese esa presión y comencemos a mover la mano, el nervio se recupere rápidamente y esa sensación desaparezca".
Si ocurre habitualmente, el médico debe indagar hasta dar con la causa. La más común es la presión del nervio mediano a la altura de la muñeca, "lo que se conoce como el síndrome del túnel carpiano (que es un estrecho canal que une la muñeca con la mano). El síndrome provoca adormecimiento y hormigueo en algunos de los dedos de la mano", habitualmente al pulgar, índice y corazón, aunque si es el nervio a la altura del codo el que se ve presionado, el adormecimiento se reflejará en los dedos meñique y anular. La presión se produce con más frecuencia durante la noche porque, al estar tumbados, hay una mayor cantidad de líquido que se desplaza hacia los brazos. Se produce una hinchazón en las manos por la retención del líquido, que al entrar en el túnel, donde tiene poco espacio, ejerce presión sobre el nervio, explica el jefe del servicio de traumatología del Hospital Universitario de Torrejón, Luis Sanz.

2- Cosquilleo en las piernas por la presión en el nervio ciático
Sanz señala que el adormecimiento en las piernas es mucho menos frecuente que el de las manos, y que hay que estar mucho más atento en caso de que nos levantemos frecuentemente con esta sensación. "La parestesia mantenida en las piernas no es muy común, puede afectar a la parte posterior de la pantorrilla o el lateral, y también a la planta del pie, como reacción a la presión del nervio ciático en la salida de las raíces nerviosas en la columna vertebral. Hay que estar atentos y consultar con el especialista si ese hormigueo se acompaña de dolor o se mantiene en el tiempo, ya que puede tratarse de patologías como una hernia de disco, ciática o una enfermedad degenerativa lumbar".

3- Sudoración excesiva: ropa de cama sintética, reflujo o menopausia
Levantarse con la frente mojada o un poco acalorado entra dentro de lo normal, pero ¿lo es también hacerlo con la cama absolutamente empapada? Aunque la sudoración excesiva puede ser un síntoma que acompaña a determinadas enfermedades, estas suelen llegar con otros síntomas, y además suelen alargarse en el tiempo en lugar de ser episodios puntuales. Si alguna mañana que otra tu cama aparece empapada puede que se deba a que utilizás ropa de cama sintética que no transpira, a que la habitación tenía una temperatura bastante elevada, a que quizá hayas tenido algo de fiebre durante la noche o estés tomando algunos medicamentos que lo provocan. Sufrir reflujo también lo puede provocar, igual que estar atravesando la menopausia o sufrir apnea del sueño: las personas que sufren estas interrupciones en la respiración tienen hasta tres veces más posibilidades de sufrir sudoración excesiva nocturna.

4- Garganta seca (carraspera) por falta de hidratación o la calefacción
Si te preguntás por qué tendrás esa especie de lija clavada en la garganta todas las mañanas, la explicación es más sencilla de lo que podés imaginar. "Durante la noche no nos hidratamos, eso facilita la irritación de la faringe y hace que el moco que segregamos sea más espeso. Además, el número de degluciones (el número de veces que tragamos) también disminuye, lo que facilita que el moco espeso segregado no sea aclarado como durante el día. Además, por la noche es más frecuente tener episodios de reflujo faringolaringeo (llegada de contenido gástrico a la garganta), lo que a su vez aumenta la producción de moco y favorece la irritación", explica la vocal de la comisión de Laringología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, Magdalena Pérez. Factores ambientales como la sequedad en la habitación provocada por las calefacciones en invierno tampoco ayudan.
Esa voz ronca se debe a que tenemos secreciones acumuladas de la noche.

5- ¿Voz ronca? Quizá dormís con la boca abierta o ronques
No te preocupes si durante un cruce de "buenos días" alguien te ha confundido alguna vez con Darth Vader, no te preocupes, no es nada paranormal. La también encargada de la unidad de disfagia del Hospital de Alcorcón, en Madrid, explica que esa voz ronca se debe a que tenemos secreciones acumuladas de la noche sin aclarar, y una laringe más seca e irritada provocada por la sequedad del ambiente. Pero si, además, hemos dormido con la boca abierta o roncamos, la irritación y la sequedad aumentan de manera importante, asegura. No hay que olvidar que las cuerdas vocales están formadas por un músculo que, como los demás, necesita cierto calentamiento. "Cualquier cosa que dificulte su vibración, como el moco, la sequedad o la irritación, hace que nos encontremos peor, algo que ocurre sobre todo al levantarnos, pero conforme aclaramos la garganta y calentamos la voz, mejorará también nuestro estado vocal", explica la especialista.

6- Los motivos por los que seguimos cansados por la mañana
Si no dormimos las horas suficientes o nuestro sueño se encuentra fragmentado por cualquier trastorno del sueño, al día siguiente nos encontraremos más cansados, con mayor somnolencia, menos alerta y peor rendimiento cognitivo. Según la neumóloga y secretaria de la Sociedad Española del Sueño, Irene Cano, "debemos dormir las horas suficientes y tener un porcentaje aproximado de un 40% de sueño reparador para poder tener un pleno rendimiento cognitivo al día siguiente". Los niños en edad escolar deberían dormir entre 9 y 11 horas, los adultos entre 7 y 9 horas y los ancianos entre 7 y 8 horas. Aunque es cierto que hay personas que necesitan menos horas de sueño que otras, si bien nunca menos de 6. Además, según remarca Cano, "para tener un sueño reparador no solo cuenta la cantidad de horas, sino la calidad de las mismas, por lo que si dormimos las horas suficientes pero nuestro sueño es fragmentado (por cuestiones ambientales o por algún trastorno del sueño), la consecuencia es que al día siguiente nos
levantaremos cansados".

7- Dolor de cabeza: ¿apnea del sueño o malas rutinas?
"El colapso de la vía aérea superior mientras dormimos (o lo que es lo mismo, sufrir apnea del sueño) provoca un sueño fragmentado y poco reparador. Es decir, que si nos levantamos con dolor de cabeza y durante el resto de la mañana estamos somnolientos y nos cuesta concentrarnos, de lo primero que hay que sospechar es de nuestros ronquidos", explica Cano, quien añade que esto es algo que le ocurre tanto a adultos como niños pequeños. Otra causa cada vez más común de malestar mañanero es llevar una rutina previa al sueño desordenada y nada saludable. La especialista asegura que debemos hacer cenas livianas y como mínimo dos horas antes de la hora de irnos a dormir; limitar el uso de bebidas estimulantes y de alcohol a partir de las seis de la tarde; no meternos en la cama hasta no tener sueño (se aconseja realizar una actividad tranquila hasta entonces, como la lectura) y no exponernos a dispositivos electrónicos un par de horas antes de irnos a dormir.

8- Dolor cervical y lumbar por artrosis, malas posturas y sobreesfuerzo
En este caso, tranquilidad. Es muy raro que el dolor cervical matutino se deba a una enfermedad grave. "Puede estar provocado por una gran cantidad de causas, pero las más frecuentes suelen ser la artrosis, en el caso de las personas mayores, y las malas posturas durmiendo o los sobreesfuerzos del día anterior, en los más jóvenes", explica el jefe de la Unidad de Medicina Deportiva del Hospital Universitario HM Torrelodones, Ángel Hernández Yáñez. Pero levantarte e inmediatamente llevarte las manos a las lumbares buscando alivio es aún más común que el movimiento de agarrar las cervicales. La Sociedad Española de Reumatología recomienda acudir al especialista "si este dolor se mantiene en el tiempo, si no mejora durante el día o si nos impide sentarnos o caminar con normalidad, pero lo más frecuente es sentir esta molestia en la parte baja de la espalda tras haber estado realizando algún esfuerzo los días previos, una situación que con estiramientos y reposo suele mejorar".

Cuentito con moraleja...

Un caballo estaba amarrado, vino un demonio y lo soltó.
 El caballo se metió a la finca de unos campesinos y comenzó a comerse la siembra.
 El dueño de la finca tomó su rifle y mató al caballo.
 Entonces el dueño del caballo, tomó su rifle y mató al dueño de la finca.
 La mujer del dueño de la finca, mató al dueño del caballo.
 Entonces el hijo del dueño del caballo mató a la mujer.
 Los vecinos enardecidos mataron al muchacho y quemaron su casa.
 Entonces le preguntaron al demonio:
- ¿Por qué hiciste eso a todos?
 El demonio respondió:
- Yo sólo solté al caballo.

Moraleja: el diablo hace cosas simples porque sabe que solitos haremos el resto.
 Es bueno pensar antes de actuar, no sea que una cosa sin importancia cause mucho daño...