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martes, 1 de mayo de 2012

El DÍA del TRABAJADOR

Como pasa con una gran cantidad de fechas conmemorativas, poco sabemos del hecho histórico que les dió origen. Sin embargo, el 1º de Mayo puede servirnos no sólo para recordar a aquellos obreros de la historia, sino también -y más que nada- para traer a cuenta que ha pasado más de un siglo desde aquel entonces y los trabajadores del mundo siguen sin gozar los derechos que les corresponden. Es más, ni siquiera el derecho de trabajar existe hoy en la mayor parte de los países del llamado 'tercer mundo'.
El 1º de Mayo de 1886 fue convocada una huelga general en EEUU, en reclamo por la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas diarias (ocho horas de trabajo, ocho horas de recreación y cultura, ocho horas de descanso).
Las condiciones laborales de la clase obrera eran deplorables. Niños, mujeres y hombres eran explotados en jornadas de hasta dieciocho horas diarias sin descanso semanal y con remuneraciones ínfimas. La Revolución Industrial avanzaba con su tecnología y su injusticia, y con ella EEUU comenzaba a crecer como país industrializado atrayendo a miles de obreros de Europa que buscaban mejores condiciones de trabajo.
A mediados del siglo XIX se formaron las grandes Ligas de Ocho Horas en las principales ciudades manufactureras. En su IV Congreso, realizado el 17 de octubre de 1884, la Federación Norteamericana del Trabajo, de origen anarquista, aprueba una moción por la que se resolvía que "la duración legal de la jornada de trabajo desde el 1° de Mayo de 1886 sería de ocho horas' recomendando a todas las organizaciones sindicales que trataran de hacer promulgar leyes con ese contenido en todas las jurisdicciones. Esta resolución despertó el interés de todas las organizaciones y durante esos dos años se acrecentó la combatibilidad y solidaridad de los trabajadores.
El 1° de Mayo de 1886, la Unión Central Obrera de Chicago convocó a sus agremiados a un mitin y a una huelga general para exigir que la jornada laboral fuera de ocho horas. Chicago era entonces la segunda ciudad de los EEUU. Aquel 1° de Mayo, trabajadores de distintas fábricas acudieron al llamado y un gran número de obreros participaron en alrededor de 5.000 huelgas.
La respuesta del Gobierno fue la represión, cerca de 200 mil manifestantes fueron atacados a tiros, con el saldo de varios muertos y cientos de heridos. Luego se produjeron otras masacres, incluida la de la fábrica Mc Cormick de Chicago.
En la antesala de la huelga del 1 de mayo, el diario The New York Times salió a repudiar la acción de los trabajadores y advirtió: “Las huelgas, para obligar al cumplimiento de la jornada de ocho horas, pueden hacer mucho para paralizar la industria, disminuir el comercio y frenar la renaciente prosperidad del país, pero no podrán lograr su objetivo.
Tras la represión se realizó una manifestación pacífica y multitudinaria. La policía cargó con violencia contra los trabajadores. Fueron apresados los principales dirigentes sindicales, al igual que los 25 integrantes del Diario de los Trabajadores de Chicago y varios de los suscriptores del medio. Días más tarde se realizaron varios allanamientos en busca de los “revoltosos y conspiradores”. Después de un proceso judicial viciado, cinco trabajadores fueron condenados a la horca: August Spies, Albert Parsons, Louis Lingg, Adolph Fisher y George Engel. Otros tres dirigentes fueron condenados a 15 años de trabajos forzados.
Ocho años después, un tribunal de apelación revirtió el fallo tras constatar el incumplimiento del debido proceso y la demostración de su inocencia; demasiado tarde para los sindicalistas ejecutados.

El I Congreso de la Internacional Socialista, reunido en París, decidió declarar el 1º de mayo de 1889 "día mundial de la lucha obrera", en conmemoración de la masacre de Chicago.
La Comisión de Legislación Internacional del Trabajo, instituida por la Conferencia de la Paz, redactó la Constitución de la OIT entre los meses de enero y abril de 1919.
Los obreros debían levantarse a las cuatro de la madrugada, y regresaban después de las ocho de la noche, e incluso más tarde, de manera que jamás veían a sus mujeres e hijos a la luz del día.
Al poco tiempo, 19 estados sancionaron leyes que permitían trabajar jornadas máximas de 8 y 10 horas (aunque siempre con cláusulas que permitían hacer trabajar a los obreros entre 14 y 18 horas). Las condiciones de trabajo eran similares, y las condiciones en que se vivía seguían siendo insoportables.

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