¿Qué es? y cómo salir de ella
Por Bernardo Stamateas . Para LA NACION.
La envidia consiste en una emoción que intoxica las relaciones interpersonales, es decir, la manera en la que nos conectamos con la gente. El envidioso tiene una gran dificultad para celebrar el éxito de los demás, se trate de personas cercanas o no. Esto se debe al hecho de que suele realizar comparaciones inmediatas en las que siempre sale perdiendo. El envidioso se pregunta: "¿Puedo tener o lograr lo que el otro tiene o logró?". Y la respuesta automática es: "No". Esto, producto de su baja estima. Entonces recurre a dos técnicas:
•Descalificar lo envidiado: "Ese coche que tenés no tiene repuesto"; o "en esa compra que hiciste te engañaron".
•Descalificar al que posee el logro: "Andá a saber dónde sacó la plata; yo me enteré de muchas cosas sobre esa persona.".
Es decir, que la descalificación al logro o al poseedor del logro es una de las estrategias que el envidioso utiliza para calmar la angustia que le genera que al otro le vaya bien. La envidia es un "mal mirar", no es un "admirar". Cuando alguien tiene un logro y lo podemos celebrar, le preguntaremos: "¿Cómo lo hiciste? Enseñame". Así transformamos el logro del otro en un motivador para alcanzar algo, o para desarrollarnos, o sencillamente celebramos el éxito del otro. En la envidia se pone en juego la baja estima y la inseguridad: "Yo no tengo la capacidad para lograr lo que él/ella logró". De allí la necesidad de descalificar, inventar un rumor, agredir, o sencillamente desprestigiar a quien "brilla".
El envidioso puede activar el enojo por el logro o el brillo, o la felicitación del otro. El enojo lo conduce a las técnicas antes mencionadas: el chisme, la descalificación, la agresión, etcétera. También puede tratarse de un "envidioso pasivo", aquel que cae en un estado de tristeza cuando se entera de que a alguien le dieron un aumento de sueldo o formó pareja. La persona que envidia de esta manera es invadida por un "estado de melancolía". Algunos activan ambas emociones: tristeza y enojo a la vez.
La envidia obedece a una multiplicidad de factores y el tema es muy amplio, pero podemos mencionar algunas de las conductas cotidianas que utiliza el envidioso:
•El "yo no": "Yo no quiero inmiscuirme pero te voy a decir algo." (en el fondo se muere por inmiscuirse).
•El descalificador: "¡Estás gordísima! ¿Qué te pasó?" (pretende hacer sentir mal al otro).
•El sarcástico: Es el que habla y tira una bomba pero con una sonrisa en el rostro, para humillar al otro.
•El quejoso: De su boca solo sale negatividad. "¿Conseguiste novio? Ojalá no termine siendo un maltratador."
•El entrometido: Habla mucho de las vidas ajenas pero oculta información sobre sí mismo.
•El ególatra: Todo se centra alrededor de su persona. "Mi celular es más moderno que el tuyo".
Algunas ideas para reflexionar sobre la envidia:
•No contarle nuestras alegrías, nuestros triunfos y nuestros logros a cualquiera; sí a la gente que se alegra con nuestro avance.
•Trabajar en nuestra estima. Muchas veces lo que celebramos en los demás es el anticipo de lo que nosotros recibiremos también.
•Alejarnos de la gente que nos nivela para abajo.
¿Es posible ser libre de la envidia?
¡Claro que sí!
En primer lugar, debemos procurar tener confianza en nosotros mismos y nuestras capacidades, y dejar de mirar y criticar a los demás. No es bueno compararnos con nadie pero tampoco permitir que alguien nos compare. Sentir envidia hace que uno deposite su energía en lo que el otro tiene, en lugar de utilizarla sabiamente para sus propios logros. En lugar de envidiar a otro, podemos admirarlo. Esta actitud nos motivará a perseguir nuestros propios éxitos sin estar pendientes de los demás...
domingo, 27 de marzo de 2016
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