Imagen alta y tierna del consuelo,
aurora de mis mares de tristeza,
lis de paz con olores de pureza,
¡premio divino de mi largo duelo!
Igual que el tallo de la flor del cielo,
tu alteza se perdía en tu belleza...
Cuando hacia mí volviste la cabeza,
creí que me elevaban desde el suelo.
Ahora en el alba casta de tus brazos,
acogido a tu pecho transparente,
¡cuán claras a mí tornan mis prisiones!
¡Cómo mi corazón hecho pedazos
agradece el dolor, al beso ardiente
con que tú, sonriendo, lo compones!
Juan Ramón Jiménez
sábado, 17 de diciembre de 2016
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