Michel de Notre-Dame nació el 14 de diciembre de 1503 en Saint-Réiny, un pequeño pueblo del sur de Francia. Fue el primogénito de los dieciocho hijos que habría de tener el matrimonio formado por Rcyiére de Saint-Rémy y Jaumet de Notre-Dame.
Aunque la familia Notre-Dame era católica y temerosa de Dios como sus vecinos del pueblo, por cierto es que los bisabuelos del joven Michel habían sido judíos, convertidos al cristianismo para evitar las persecuciones impuestas por la Inquisición.
Ya desde niño, Michel de Notre-Dame manifestó tener un carácter introvertido que lo caracterizaría durante el resto de su vida. La inteligencia brillante y su insaciable avidez de conocimientos, lo llevaron a tener como mejor amigo durante su infancia a una persona muy especial, que marcaría el rumbo de su educación.
Se trataba de su abuelo materno, Jean de Saint-Rémy, quien en aquel momento se desempeñaba como médico personal del rey Renato y su hijo, el Duque de Calabria.
En su abuelo Saint-Rémy, Michel encontró la compañía amistosa y la comprensión intelectual que no podían brindarle sus padres y hermanos. De esta forma, pronto comenzó a acompañar a su abuelo en los quehaceres profesionales, mientras lo interrogaba lúcidamente sobre los secretos y teorías de su trabajo. Jean de Saint-Rémy se sentía orgulloso de la vocación médica de su nieto y se convirtió en su primer maestro en el difícil arte de la Medicina, en una época en que ésta se encontraba peligrosamente ligada a la superchería, inculcándole algunos principios revolucionarios.
Gracias a esta influencia, a los catorce años, Michel de Notre-Dame ya era un intelectual de sólida formación, capaz de leer, escribir y hablar correctamente no sólo el francés materno y el hebreo hereditario sino también el latín, el griego y el italiano. También poseía avanzados conocimientos de matemáticas, pero su principal interés por el momento se centraba en la Medicina.
SUS AÑOS DE ESTUDIO
En la Francia del siglo XVI la profesión médica era una de las pocas permitidas a los judíos y una conversión que databa apenas de tres generaciones, bastaba para escapar a la hoguera de la Inquisición, pero no para hacer de los Saint-Rémy y de los Notre-Dame “católicos verdaderos”. De modo que ambas familias seguían siendo hebraicas ante la ley y no hubo objeción alguna para que su hijo se enrolara en la Universidad de Montpellier, una de las más famosas escuelas médicas de Europa. Sin embargo, Michel de Notre-Dame no fue directamente de Saint-Rémy a esta Universidad sino que primero viajó a la vecina ciudad de Avignon, donde ingresó en la Facultad de Artes. Tenía quince años y pasaría allí los tres siguientes, completando su formación intelectual. Recién en 1522 partió hacia Montpellier, donde estudiaría Medicina y, siguiendo la costumbre de la época, latinizaría su nombre convirtiéndolo en Nostradamus.
LA «PESTE NEGRA” EN EUROPA
Plegarias, discursos y castigos se mezclaban con sangrías y ungüentos en su inefectivo intento por combatir la epidemia llegada de Medio Oriente, que diezmaba sistemáticamente a la población sin diferenciación de clases sociales. En ese momento sólo había una verdad indiscutible frente a la enfermedad, la Peste Negra desaparecería cuando ya no quedara nadie a quién matar, para volver implacablemente en cuanto los pueblos se recuperaran. Frente a esa desoladora realidad, Nostradamus se dedicó a observar el comportamiento de esta enfermedad devastadora.
Así advirtió que los pacientes enfermaban en forma súbita y caían como fulminados. Su examen revelaba manchas oscuras en pecho y abdomen, como también ganglios dolorosamente inflamados en axilas e ingle, llamados bubones.En Montpellier, Nostradamus encontró y comenzó a cumplir la primera parte de su extraordinario destino, adquiriendo las herramientas y conocimientos necesarios para convertirse en un médico famoso.
En sus días de esmerado estudiante, vivió en el número 6 de la Rue del Foin y fue en el sótano de esa casa que montó el primero de sus laboratorios. Encerrado en ese sótano profundizó los conocimientos transmitidos por su abuelo Saint-Rémy y aquellos adquiridos en la Universidad, dedicando interminables horas a la lectura y a los métodos científicos de indagación. Su carácter solitario e introvertido se fue profundizando, así como sus conocimientos de la misteriosa e inquietante ciencia.
No tuvo que esperar mucho tiempo para aplicar en el terreno práctico sus conocimientos científicos, y el sur de Francia que lo viera nacer sería el escenario de su primera práctica como médico de campaña. Durante décadas la Peste Negra o peste bubónica había golpeado implacablemente Europa y todos los esfuerzos tradicionales habían fracasado en su intento por detenerla.
El curso del mal era rápido y doloroso: fiebre altísima, delirio, vómitos, diarrea y, por último, convulsiones seguidas de muerte. Los cadáveres, a menudo contorsionados en posturas grotescas, con los ojos desorbitados y las lenguas hinchadas, se ponían negros con increíble velocidad. Conociendo lo irreversible del mal, los vecinos y parientes solían abandonar a los enfermos a su suerte, tapiándolos en sus hogares a menudo con sus familias si éstas no escapaban a tiempo.
Las poblaciones se cerraban a los viajeros, las precarias comunicaciones se interrumpían, el comercio se paralizaba y las ciudades y los reinos entraban en el caos, mientras falsos profetas y predicadores florecían y medraban a la sombra de la desesperación general. En ese marco fue que, recordando las ideas de su abuelo Saint-Rémy y aplicando los resultados de sus propias investigaciones, Nostradamus se dedicó a combatir la enfermedad de raíz.
LOS CONOCIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE NOSTRADAMUS:
La conclusión a la que llegó el hombre que habría de profetizar, con magnífica precisión los más grandes acontecimientos ocurridos en los siguientes cuatro siglos era bastante sencilla, pero no por eso menos revolucionaria para el momento. Nostradamus observó que no sólo los remedios empleados eran absolutamente inútiles sino que, además, no se hacía nada para impedir la propagación del mal. La peste bubónica es una enfermedad propia de las ratas, transmitida a los seres humanos por la picadura de las pulgas que plagan a estos roedores y que la inoculan por medio de su saliva. Cuando una colonia de ratas contrae peste, los roedores mueren en grandes cantidades.
A medida de que los cadáveres se enfrían, las pulgas los abandonan en busca de sangre caliente y se dispersan, picando y, al mismo tiempo contagiando, a todo ser vivo que encuentran. Las condiciones sanitarias del siglo XVI no estaban muy por encima de las del medioevo y la higiene era aún considerada como signo de vanidad y, por lo tanto, de la influencia del Demonio. Esas costumbres, sumadas a la deficiente nutrición, creaban el campo ideal para que la peste se expandiera en todas las direcciones. Los enfermos morían en malolientes habitaciones cerradas, porque se creía que el aire propagaba las enfermedades. El menor síntoma de enfermedad significaba una sangría que sólo servía para debilitar al paciente y el inútil tratamiento se completaba con purgas destinadas a limpiar el organismo de la enfermedad.
Nostradamus descartó estas y otras insensateces y atacó la peste como lo haría cuatro siglos más tarde otro médico francés, Louis Pasteur: con limpieza y aire fresco, reforzados en su caso por el empleo de hierbas medicinales. En aquellos días de muerte y terror, la profesión médica no era bien vista y muchos condenados maldecían a los supuestos encargados de curarlos, que sólo les infligían más y más dolor. La población desconfiaba de los médicos y los rumores hablaban abiertamente sobre influencias satánicas y castigos divinos. El joven doctor Nostradamus no se dejó acobardar por la hostilidad de sus compatriotas y siguió adelante con su revolucionario tratamiento, logrando curas que fueron calificadas de milagrosas.
Su batalla contra la peste duró varios años y lo llevó a Narhone, Carcasonne (donde fue médico personal del obispo Amenien de Fays, que lo protegió del recelo de sus colegas y las intrigas de la Inquisición) y Toulouse, antes de regresar a Montpellier en 1529 para seguir estudiando. Permaneció en esa ciudad tres años más, enseñando en la misma Universidad en la que se formara como médico antes de regresar a Toulouse, donde estableció su consultorio.
En el interín, Nostradamus conoció a quien sería su primera esposa, Ana de Cabrejas. En 1534, ya casado y padre de dos hijos, recibió una invitación del Médico Julio César Escalígero para radicarse con su familia en la ciudad de Agen, ubicada al norte de Toulouse. Así lo hizo y allí le esperaría su peor batalla contra la peste y aquella en la que la “Muerte Negra” lo habría de derrotar.
En 1537 murieron su esposa y sus dos niños, víctimas de la peste bubónica. En ese momento, Escalígero tuvo una disputa con él, y las autoridades de la Iglesia le solicitaron enfrentarlo a la Inquisición en Toulouse por un descortés comentario hecho sobre la realización de una estatua de la Virgen María.
En 1545 acudió con el físico Louis Serre para combatir un brote de peste en la comunidad de Marseille, para luego continuar en su intento por la erradicación de la misma en las regiones de Salon-de-Provence y Aix-en-Provence, siendo la primera donde establecería su residencia, la cual habitaría hasta su fallecimiento.
Segundo matrimonio
Al establecerse en Salon-de-Provence, en 1547 desposó a una viuda adinerada llamada Anne Ponsarde Gemelle. Durante este período, Michel comenzó a alejarse de la Medicina para acercarse a lo oculto. Con su supuesta habilidad para prever el futuro, escribió una serie de almanaques anuales (siendo el primero publicado en 1550), donde comenzó a utilizar la versión latina de su nombre auténtico, refiriéndose ahora como Nostradamus. Fue gracias a su éxito que se vio motivado a continuar redactando con mayor frecuencia dichas publicaciones.
Tras el exitoso serial de publicaciones proféticas, muchas personas provenientes de alejadas regiones francesas comenzaron a contactar a Nostradamus con tal de conocer lo que les depararía en su vida futura a través de los horóscopos. Debido al creciente número de clientes, decidió iniciar un proyecto, consistente en escribir un libro de 1000 redondillas, conocidas como "centurias", las cuales consistían en versos proféticos donde extendía la información contenida en sus anteriores almanaques. Sin embargo, con la intención de evitar una polémica que condujera a posibles enfrentamientos con la Inquisición, inventó un método para oscurecer las profecías del libro utilizando juegos de palabras y mezclando idiomas, tales como provenzal, griego, latín, italiano, hebreo y árabe.
Al ser publicada su máxima obra escrita bajo el nombre de Las profecías, muchos empezaron a criticar su contenido, argumentando que constituía información obtenida del demonio, y clasificando a Nostradamus como hereje. Contrariamente, ciertos sectores sociales apoyaron la publicación, otorgándole un distintivo de importancia espiritual, al considerar la obra como una post-biblia auténtica.
Catalina de Médici, esposa del rey francés Enrique II, se pronunció como una de las más grandes admiradoras de Nostradamus tras leer cada uno de sus almanaques publicados. Debido a ello, lo invitó a París para preguntarle sobre el futuro de sus hijos a través de horóscopos.
Últimos años y muerte
En sus últimos años en Salon de Provence, Nostradamus sufría de insuficiencia cardíaca, artritis y gota. Hacia 1566, la gota se convirtió en un edema cardiopulmonar, que le causaría la muerte. A finales de junio de 1566 hizo llamar al notario Roche para redactar su testamento.
Al amanecer del 2 de julio de 1566, su secretario, Jean de Chavigny, lo encontró muerto, de un ataque cardíaco.
Las profecías de Nostradamus
Hubo biografías de Nostradamus que afirman que temía ser perseguido por hereje por la Inquisición, ya que muchos otros, quienes habían publicado ideas polémicas en aquellos tiempos, habían sido llevados a juicio.
Según algunos «intérpretes» de Nostradamus, por esta razón decidió volver sus cuartetas extremadamente crípticas, con omisiones de palabras clarificadoras que tal vez servían para respetar la métrica de la poesía, con alusiones, con autorreferencia a otras partes de la profecía, con frases enigmáticas, con apócopes, metátesis y breves anagramas. Las cuartetas están cargadas de metáforas y de palabras griegas y latinas empleadas en un modo muy particular de Nostradamus.
Probablemente debido a la oscuridad de sus cuartetas proféticas, estas han perdurado por siglos y han sido a menudo interpretadas de manera distinta por diferentes escritores a lo largo de los años. Muchos libros han sido escritos basándose en estas varias interpretaciones, a pesar de que las diversas «lecturas» de su material han variado de una publicación a otra.
Preparación y métodos para la profecía
Sus estudios médicos incluyeron escritos hechos por Albertus Magnus, Paracelsus y Cornelio Agrippa.
También usó una técnica de Branchus, el profeta délfico de Grecia, que consistía en sentarse sobre un trípode de bronce y contemplar el interior de un cuenco de bronce lleno con agua y varios aceites y especias.
"He vaciado mi alma, cerebro y corazón de toda preocupación y he logrado un estado de tranquilidad y quietud de la mente, los cuales son requisitos para predecir a través del trípode de bronce".
Críticas
Los críticos sostienen que su reputación como profeta ha sido construida por intérpretes de nuestros tiempos, que hacen calzar sus palabras con eventos que ya se han verificado o que son tan cercanos que pueden ser considerados como inevitables, un proceso conocido como «precognición retroactiva». Hay quienes sostienen que ninguna cuarteta de Nostradamus ha sido interpretada antes de que un determinado acontecimiento previsto por esta se haya cumplido, o son de significado muy genérico, por ejemplo: en algún lugar de Occidente habrá un incendio, en Oriente comenzará una guerra espantosa.
Incluso El especialista en su vida y obra, Peter Lemesurier, llegó a la conclusión de que Nostradamus no fue profeta ni clarividente, sino simplemente un ocultista que empleó varios métodos arcanos para oscurecer las profecías del Mirábilis liber y eventos pasados.
Algunos escritores creen que Nostradamus no escribía como profeta, sino que comentaba eventos que pertenecían a sus tiempos. Pero, para evitar persecuciones escribía de manera elusiva y utilizando un lenguaje críptico y metafórico. Esto sería parecido a la interpretación preterística del Apocalipsis de Juan; tal vez quería simplemente escribir a propósito de eventos contemporáneos, pero con el pasar del tiempo sus escrituras fueron interpretadas como profecías.
La mayor parte de las cuartetas tratan sobre desastres de varios tipos, que incluyen epidemias, terremotos, guerras, inundaciones, asesinatos, sequías, batallas y otros temas parecidos. Algunas profecías son genéricas, sin precisar lugares y fechas; otras parecen tratarse de un personaje o de un pequeño grupo de personas. Algunas se refieren a un solo pueblo o ciudad, otras enumeran poblaciones diferentes.
lunes, 25 de septiembre de 2017
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