Seguro que en alguna ocasión oíste a alguien decir que la vida “es cuestión de karma” o que algo bueno o malo le pasó por culpa del karma. Lo cierto es que este concepto tan ligado a la filosofía budista está muy relacionado con la idea de que si hacemos algo, tarde o temprano cosechamos su efecto. En el budismo no existe un dios controlador, sino leyes que vienen de la naturaleza y las personas tienen libre albedrío para aplicarlas o no. Por tanto, hacer el bien o el mal depende de cada uno. Esa decisión provoca consecuencias de las que somos, en gran parte, responsables.
Acción
La palabra karma significa 'acción' y se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Nuestras acciones dejan huellas e impresiones que forman imágenes en nuestra mente. Con el tiempo, esas imágenes producen sus correspondientes resultados. Nuestra mente es como un campo de siembra y las acciones que cometemos, las semillas que allí se plantan.
Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento.
Estas semillas permanecen ocultas hasta que dan fruto cuando se reúnen las condiciones necesarias para su germinación. Además, según el planteo oriental, desde que se realiza la acción original hasta que se perciben las consecuencias, pueden transcurrir varias vidas.
“El karma es experiencia, la experiencia crea memoria, la memoria crea imaginación y deseo, y el deseo crea de nuevo el karma”, decía el escritor Deepak Chopra.
Por: Elina Oliviero
lunes, 23 de abril de 2018
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