Una visita a un paradisíaco archipiélago que es hogar de iguanas y tiburones...
Las Exumas pertenecen a las Bahamas y son un conjunto de 360 islas o cayos distribuidos a lo largo de más de doscientos kilómetros. Fueron colonizadas a finales del siglo XVIII por norteamericanos que huían de la guerra de la independencia y seguían siendo leales al rey Jorge III de Inglaterra. Hoy es uno de los lugares más importantes que hay en el mundo para la vela, el submarinismo, y la exploración de corales y cavernas submarinas. Aguas transparentes, arena blanca y muchas sorpresas es lo que depara este conjunto de paradisíacas islas.
Mi llegada hasta aquí se debió a la cálida invitación de Nigel. Dueño de un lindísimo y pequeño hotel en una de las islas, es un amante del lugar donde vive. Con su mujer reciben a turistas y amigos para mostrarles las maravillas que se pueden encontrar en un pequeño retazo de tierra en la inmensidad del mar.
El trayecto desde Nassau, capital de Bahamas, hasta este lugar me llevó aproximadamente una hora y quince minutos en una poderosa lancha comandada por un simpático capitán y su equipo, quienes no pararon de escuchar música y cantar a todo volumen durante todo el trayecto.
Cuando todavía no había llegado a mi destino y pensaba en que Nigel, seguramente, miraría su reloj preguntándose dónde me había metido, en una primera parada en una Exuma me sorprendió la bienvenida que nos dieron cientos de iguanas en la arena. Seguramente, ver un animal de estos puede no ser tan exótico hoy en día, pero cuando toda una playa está repleta de ellas, el espectáculo es magnífico. Tras bajar a la playa para observarlas de cerca, volvimos a la lancha y con la música a todo volumen llegamos finalmente a destino: no podía ser más mágico!
En momentos así no dejo de sorprenderme por la maestría de la naturaleza. Los colores del agua y de los corales en el lecho marino, el verde de la isla y, en contraste, las construcciones de madera en color pastel. Todo digno de una gran postal.
Tanto Nigel como su mujer, la quintaesencia de la pareja caribeña, habían preparado para nuestra estada un número de actividades por realizar. Entre ellas ¡procurarnos parte de nuestro almuerzo! Aquí es cuando entró en escena Beni, que con su metro noventa de estatura, su piel de ébano brillosa bajo el sol, sus músculos y sonrisa perfecta nos hizo sentir, tanto a mi equipo de trabajo como a mí, como verdaderos petrimetres. Con él íbamos a tratar de encontrar caracolas marinas para preparar la famosa "conch salad", la ensalada característica de la zona que consta de la carne de la caracola cruda, tomates, cebolla, apio, pimientos, pepinos, jugo de lima, sal y pimiento. Se preguntarán por qué necesitábamos de Beni para semejante y tal vez simple aventura.
Es que las caracolas se encuentran, claro, en el mar, y en estas costas y sus aguas se pueden encontrar varios tipos de tiburones: nodriza, martillo, de arrecife de coral, toro. Creo que se me fue un poco el color de la cara al escuchar la tranquila explicación que nos dio esta especie de "Tarzán de las Bahamas". Mientras él seguía sonriendo y nos contaba que no habría ningún problema, que íbamos a tener la oportunidad de observar a estos magníficos escualos de cerca y verlos en movimiento bajo el agua, yo pensaba en lo que tendríamos que hacer para agenciarnos el almuerzo del día...
miércoles, 31 de julio de 2019
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