de: “Historias de cronopios y famas”
Julio Cortázar (1962)
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal
que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte
siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular,
conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente
variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes
verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión
momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como
se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior,
principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá
formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta
baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan
particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los
brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen
de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y
regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del
cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que
salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño
dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la
izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes
citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el
segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará
el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la
coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la
explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los
movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella
fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá
hasta el momento del descenso.
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