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sábado, 17 de agosto de 2013

Revalorizando paradigmas....

Estamos en un momento de la historia, en que ya no abundan los paradigmas ni los grandes ejemplos.
Los grandes modelos, pero esos grandes de toda grandeza. Esos que dan la pauta de una vida consagrada a plasmar la suma de un caudal de valores imperecederos y una personalidad determinante.
Sabemos que muchos pueden una y otra vez replantearse, en medio de los vaivenes y sucesos cotidianos ¿qué necesidad hay de recrear la memoria y obra de tamaño prócer? si ello, aparentemente, no solucionará nada de lo que acontece en nuestras vidas.
Realmente, pensar así, lleva a un profundo engaño. Hay que sacarse de la cabeza la idea de que develaremos los enigmas del presente en el propio presente.
El presente, busca con desesperación, que alguien le explique por qué las cosas pasan como pasan y no de otra manera. Nos reclama explicaciones acerca de nuestro atascamiento en un pantano de desencuentros, sin encontrar la mano amiga que nos ayude a salir.
Aunque duela admitirlo, nos falta perspectiva. No se advierte en el inconsciente colectivo, ni en quienes deberían hacer gala de ostentarla, una mirada profunda hacia los más de doscientos años de historia y a los “grandes” que la forjaron. Más bien, ese vistazo se lo percibe por demás sesgado.
Estas miradas ladeadas hacia el centro de nuestra existencia como país, trae aparejada, aunque suene reiterativa y hasta muy armada la frase, que cuando no recordamos lo que nos ha pasado, corremos serio riesgo de que vuelva a ocurrirnos la misma cosa.
¿Y por qué no recordamos lo que nos ha pasado?
Porque si bien tenemos historia; una rica historia, no la reconocemos. La sentimos como si fuera algo de otro, de seres distantes, sin vínculos con nuestra realidad.
Nos complacemos con tan solo repetir hechos, fechas, nombres, situaciones, como un simple proceso de aprendizaje. Pero no vivimos nuestra historia.
Nos devora el aquí y el ahora, viviendo en un sálvese quien pueda, atados a una mejora material, y lo que es peor, muchas veces sin saber quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos.
Por todo lo expuesto, y para evitar que estas líneas sean nada más que un cúmulo de desnudas enunciaciones, propongámonos erigir paradigmas valederos como el del General San Martín, para nuestro diario vivir.
No olvidemos, que Nos dejó un país y una América libres de dominio extranjero, para que con nuestra responsabilidad construyamos una patria de hombres libres y solidarios, con pleno respeto por los valores fundamentales de la sociedad humana.
No olvidemos, en estos tiempos en que está tan mancillada, que su pensamiento acerca de la educación popular era: “es la base de la dignidad de la persona humana, y el reaseguro para evitar las formas despóticas y autoritarias que tanto mal hacen a la sociedad”.
Y no olvidemos nunca, al direccionar nuestras acciones, aquel que fue sin dudas su pensamiento más concluyente: “Serás lo que debas ser, o si no, no serás nada”.

Arturo Arias Terceiro
17/08/2013

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