ATAQUE CEREBRAL
El ataque cerebral o accidente cerebrovascular se produce por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral o por el sangrado en el cerebro que provoca la muerte o el debilitamiento de las neuronas.
Algunas consecuencias del accidente cerebral pueden ser parálisis, problemas en el habla, pérdida de la sensibilidad, alteraciones de la memoria, deficiencias en la capacidad de razonar, y, en algunos casos, la muerte. De todos modos, las probabilidades de muerte y discapacidad pueden reducirse considerablemente ante el reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral, acompañado de una inmediata atención médica.
Prevención
Si bien el riesgo de sufrir un ataque cerebral no puede eliminarse por completo, sí se puede disminuir la probabilidad de sufrir un evento. Las siguientes medidas pueden disminuir el riesgo:
Controles médicos regulares.
Control estricto de la presión arterial. Los valores deben ser menores de 135/85 mmHg. Para aquellos que ya han sufrido un ataque cerebral o que son diabéticos, los valores máximos tolerados son 120/80 mmHg
No fumar.
Optimizar la dieta: menos grasas, sal, alcohol y exceso de calorías en general.
Ejercicio bajo supervisión médica.
Control estricto de la diabetes.
Control y tratamiento de las enfermedades del corazón, problemas valvulares y arritmias cardíacas.
Consulta inmediata al neurólogo vascular ante la sospecha de alguno de los síntomas del ataque cerebral.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo pueden clasificarse en:
No Modificables
La intervención médica no disminuye su impacto, pero ayuda a reconocerlos para poder identificar individuos con mayor riesgo de sufrir un ataque cerebral y así realizar una prevención temprana.
Edad: el riesgo de sufrir un ataque cerebral se duplica a partir de los 55 años de edad.
Sexo: los hombres tienen mayor riesgo con respecto a las mujeres.
Antecedentes familiares de ataques cerebrales: las personas con antecedentes familiares de enfermedad coronaria o cerebrovascular constituyen un grupo de mayor riesgo.
Antecedentes personales de ataques cerebrales: el hecho de haber sufrido un ataque cerebral o accidente isquémico transitorio es el factor de riesgo más potente para volver a sufrir otro. Este grupo requiere un seguimiento estricto por profesionales expertos.
Modificables
Hipertensión Arterial: la hipertensión arterial es el mayor factor de riesgo para el ataque cerebral. Está presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular isquémico o hemorrágico en la Argentina.
Cigarrillo: el riesgo de sufrir un ataque cerebral aumenta entre un 50% y un 70% en fumadores y el impacto es mayor en mujeres.
Diabetes: las mujeres diabéticas tienen un riesgo 3 veces mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que las no diabéticas. Para los hombres diabéticos, el riesgo es un 80% mayor.
Fibrilación auricular: es más frecuente en personas mayores de 60 años y es la principal causa de embolias cerebrales originadas en el corazón. Los pacientes deben recibir un tratamiento preventivo con anticoagulantes orales o aspirina. El riesgo es aún mayor en quienes fueron operados de una válvula cardíaca y en quienes tuvieron fiebre reumática.
Alcoholismo: el consumo excesivo de alcohol tiene una estrecha relación con el riesgo de sufrir hemorragias cerebrales.
Colesterol elevado: si bien el colesterol elevado es un claro factor de riesgo para la enfermedad coronaria y el infarto cardíaco, su relación con el accidente cerebrovascular no es tan clara.
Anticonceptivos orales: sobre todo aquellos que contienen altas dosis de estrógenos.
Migraña: el riesgo de sufrir un ataque cerebral parece estar aumentando en individuos que sufren migrañas o jaquecas. Esta situación se ve potenciada en mujeres que además toman anticonceptivos orales y fuman.
Sedentarismo: son consideradas sedentarias las personas que no realizan actividad física o que lo hacen por menos de media hora, 3 veces por semana.
Drogas ilícitas: la cocaína y otras drogas se asocian a una mayor frecuencia de accidentes cerebrovasculares.
Obesidad: la obesidad es un factor de riesgo importante y su presencia potencia el riesgo de otros factores. El perímetro abdominal es un factor de riesgo recientemente identificado.
Diagnóstico
Se realizan múltiples pruebas de diagnóstico para determinar el tratamiento; según cada caso se efectúan:
Interrogatorio y examen neurológico. El papel del neurólogo vascular es fundamental para determinar el riesgo.
Estudios cerebrales por imágenes: tomografía computada o resonancia magnética (para determinar el tipo de ataque, ubicación y magnitud)
Evaluación del flujo sanguíneo y de los lugares de sangrado:
angiografía por resonancia magnética, doppler de vasos de cuello y/o transcraneal
Análisis de sangre para detectar alteraciones de la coagulación.
Electrocardiograma o ecocardiograma para identificar fuentes cardíacas de coágulos que pueden viajar hacia el cerebro.
Tratamiento
Es fundamental actuar con urgencia. Los tratamientos funcionan únicamente cuando son aplicados en las primeras horas posteriores al comienzo de un ataque cerebral. La droga utilizada para disolver coágulos, el tPA (activador tisular del plasminógeno), debe administrarse dentro de las primeras tres horas.
El neurólogo o el médico de emergencias debe examinar cuidadosamente al paciente para determinar su condición y las causas del ataque cerebral.
Si el accidente cerebrovascular es causado por una obstrucción del flujo sanguíneo cerebral, el tratamiento indicado puede incluir:
Drogas que disminuyen la viscosidad de la sangre:
anticoagulantes (acenocumarol) y antiagregantes plaquetarios
(aspirina, aspirina/dipiridamol de liberación prolongada o clopidogrel)
Drogas que fragmentan los coágulos (tPA)
Cirugía que limpia el interior de los vasos sanguíneos:
endarterectomía o angioplastia
Si el ataque es causado por sangrado (hemorrágico), el tratamiento podría incluir:
Drogas que mantienen el nivel de coagulación normal
Cirugía para remover sangre del cerebro o para disminuir la presión.
Signos de alarma
Los más frecuentes son:
Adormecimiento, hormigueo o debilidad repentinos en la cara, brazo o pierna, especialmente de un solo lado del cuerpo.
Confusión súbita, problemas para hablar o para entender.
Alteración súbita de la vista en uno o ambos ojos.
Severos y repentinos dolores de cabeza de máxima intensidad.
Recomendaciones para tener en cuenta:
Anote el momento en que los síntomas comenzaron. A veces ocurren durante unos pocos minutos y luego baja su intensidad. Aunque crea que está mejorando, no dude en solicitar ayuda inmediata y recordar exactamente cuándo comenzaron.
Rehabilitación
La rehabilitación ayuda a restaurar las funciones perdidas por el daño causado por el accidente cerebrovascular. Durante esta etapa la mayoría de los pacientes logran mejorar su condición, pero a diferencia de otras células, las neuronas no se recuperan totalmente y no se reemplazan. De todas maneras, el cerebro humano se adapta fácilmente a los cambios y los pacientes pueden aprender nuevas formas de funcionar, utilizando otras neuronas que no están dañadas.
Es un momento lleno de desafíos que tanto el paciente como la familia deben enfrentar en conjunto con los médicos y el equipo de rehabilitación (fisioterapeutas, kinesiólogos, fonoaudiólogas, terapistas ocupacionales, psicólogos, etc.)
Actualmente se lleva a cabo un esfuerzo masivo en todo el mundo que involucra a miles de científicos que estudian todos los aspectos del ataque cerebral: factores genéticos, nuevas herramientas para detectarlo con anticipación, drogas y técnicas para prevenir o reducir su incidencia, drogas para mejorar la recuperación, nuevas vías para destapar los vasos sanguíneos, mejores métodos para la prevención y la rehabilitación.
El avance más significativo en el estudio del ataque cerebrovascular ha sido el entendimiento y la prevención de las causas del accidente y los cuidados de emergencia.
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