"Creo que vamos a hacer grandes cosas juntos", le dijo Pablo Picasso a la joven rubia en las galerías Lafayette, el 8 de enero de 1927. Ella tenía 17 años; él, 45. "Tenés una cara interesante, me gustaría hacerte un retrato", le propuso. Así comenzó una relación extramatrimonial -una de las tantas atribuidas al pintor- que inspiraría algunas de las obras más sensuales del cubismo.
Conocida como "la musa dorada", Marie-Thérèse Walter no solo fue codiciada por Picasso, padre de su hija Maya. El sueño, uno de sus tantos retratos, fue vendido en 2013 a Steve Cohen por 155 millones de dólares, pese a que había sido dañado cuando otro millonario lo atravesó con su codo. Tres años antes, Desnudo, hojas verdes y busto había logrado el récord de la obra más cara vendida en subastas al ser rematada en Christie's por 106 millones de dólares. Otro récord, el máximo precio por una pintura vendida en libras esterlinas en una subasta en Europa, fue alcanzado semanas atrás por Mujer con boina y vestido de cuadros, rematada en Sotheby's de Londres por el equivalente a 55 millones de euros.
El sueño y El reposo -otro retrato de la amante sueca, que Sotheby's subastará en mayo en Nueva York con una base estimada entre 25 y 35 millones de dólares- fueron pintados en 1932, un hito en la exitosa carrera de Picasso, en el que hace foco la primera muestra individual del artista malagueño en la Tate Modern. Inaugurada este mes, siete años después de que la galería Gagosian dedicara una exposición a la apasionada pareja, incluye varios desnudos de Marie-Thérèse.
Los mismos desnudos que sorprendieron a Olga Khokhlova, esposa de Picasso y madre de su hijo Paulo, en la retrospectiva que la galería parisina Georges Petit dedicó a Picasso en 1932. Así se hizo pública una relación que ya llevaba varios años en secreto. Picasso abandonó a Olga y prometió divorciarse cuando Marie-Thérèse quedó embarazada de Maya, a fines de 1934, pero nunca lo hizo. Según la ley española, debía dejarle la mitad de sus bienes. Lo que hizo, en cambio, fue centrar su atención en la siguiente musa.
Maya tenía apenas dos meses de vida cuando Picasso conoció a Dora Maar en el bar parisino Les Deux Magots, mientras ella jugaba con un cuchillo. Criada en la Argentina, la artista surrealista francesa hablaba perfecto español. Fue ella quien registró en fotos el proceso creativo del Guernica en 1937, durante la Guerra Civil Española.
Se dice que Marie-Thérèse inspiró a tres de las figuras representadas en el Guernica, cuadro que alude al bombardeo ocurrido en esa ciudad. Y también que ella y Dora se pelearon por Picasso en el taller del artista mientras él pintaba uno de los testimonios contra la guerra más importantes del siglo XX.
"Decidite. ¿A cuál de las dos elegís?", le habría preguntado la madre de su hija. "Les dije que tendrían que resolverlo entre ellas. Así que empezaron a luchar. Es uno de mis recuerdos preferidos", relataría más tarde Picasso según su siguiente mujer, Françoise Gilot, madre de Claude y Paloma.
"Me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron un precio muy alto", dijo Guilot hace unos años en una entrevista, donde lo definió como "cruel, sádico y despiadado".
"La tragedia de esas otras mujeres es que les complacía que el famoso Picasso las pintara todo el tiempo -agregó-. Pero aunque pintara el retrato de una mujer, siempre se trataba de su propio autorretrato".
El minotauro fue finalmente atrapado por Jaqueline Roque, la más odiada de sus musas -una docena, por lo menos-, que se suicidó después de la muerte del artista. También lo hizo Marie-Thérèse. Dora Maar terminó internada en un psiquiátrico, con crisis similares a las de Olga. Por todo esto en Picasso y sus mujeres, documental que puede verse en YouTube, este hombre que cambió la historia del arte es definido como "un gran depredador" que devoraba todo a su paso. Con un narcisismo tan insaciable como su talento creativo.
Por Celina Chatruc - LA NACION
martes, 27 de marzo de 2018
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