El 25 de agosto de 1967, Oscar Cabalén y su acompañante, Oscar Arnaiz, perdían la vida cuando probaban un prototipo Ford de Turismo Carretera, en lo que entonces era el circuito de SOMISA. El accidente fatal se produjo muy cerca de donde hoy se levanta el Parque COMIRSA. Y el monolito que recuerda a ese fantástico piloto santafesino, cordobés por adopción, hoy se encuentra olvidado entre yuyos y basura. Una historia de triste (y olvidado) final.
Muchos nicoleños, incluso, ignoran que hace unos 50 años nuestra ciudad era noticia a nivel nacional. El fallecimiento de Oscar Cabalén teñía de luto al automovilismo argentino. Hay una historia detrás del trágico destino de ese piloto nacido en Chabás (Santa Fe), pero cuya figura esta ligada a Córdoba, la provincia que lo acunó desde sus primeras experiencias en el mundo motor. Incluso, el autódromo de Alta Gracia hoy lleva el nombre de quien dejara su vida entre los hierros de un Ford que se preparaba para correr el sexto Gran Premio de TC “Gral. Manuel Savio”.
Cabalén nació el 4 de febrero de 1924, en Chabás, provincia de Santa Fe. El 1 de julio de 1950 debutaba en Turismo Carretera. En 1953 participó en la Carrera Panamericana, desarrollada en México, logrando el 3° lugar en la categoría "Turismo Especial". En 1955 corrió la "Mille Miglia" en Italia, consiguiendo el 5º puesto en la categoría "Alfa Romeo Giulietta Sprint Veloce". En 1961 vuelve a la Argentina y logra el subcampeonato de TC, detrás del legendario Oscar Alfredo Gálvez.
En 1966 gana el "Gran Premio de Turismo", conduciendo un Ford Mustang. Ya en 1967, se convierte en uno de los miembros del "Team Racing Ford Argentina". El 25 de agosto de ese año falleció mientras probaba un Ford Sport Prototipo, el viernes previo al fin de semana en que se iba a correr en nuestra ciudad.
Los hechos
Cabalén llega a San Nicolás el mismo 25 de agosto a las 9.30, y se aloja en el Hotel Colonial. Aquí ya lo aguardaban Horacio Steven, Horacio Pedernera y Francisco Arnaiz. Pedernera era su acompañante y Arnaiz era integrante del equipo de Horacio Steven.
La historia cuenta que, antes de subirse al prototipo, Cabalén le pide a su acompañante Pedernera si puede llevar su campera al auto. Cuando Pedernera regresa, en el lugar del acompañante estaba sentado Arnaiz, calzado con un casco de F1 que le había comprado a una piloto Inglesa llamada Natali Gowin. Arnaiz le había pedido varias veces a Cabalén que lo llevara a dar una vuelta. Y el santafesino se lo había prometido. Cosas del destino.
Cabalén y Arnaiz hicieron una salida, para no regresar más. Marchaban a 230kh por la banquina. Delante suyo circulaba un camión de Vialidad Nacional, chapa patente 7013.
No esta claro porqué, el prototipo abandona la banquina, vuelve al pavimento, hace medio trompo, y empieza a recorrer unos 70mts aproximadamente hacia la banquina derecha.
El auto pasa por detrás del camión cruzado por espacio de 50 mts, hasta pegar de cola sobre un montículo de tierra. Se le desprende la rueda trasera izquierda, el prototipo salta y cae 23mts más adelante, siempre sobre la banquina.
A esa altura ya se había desprendido la trompa y la cola seguía rebotando, hasta que el Ford quedó detenido sobre el cruce con el camino a Ramallo. El vehículo, de carrocería de fibra de vidrio, de fácil combustión, se incendió muy rápidamente, con gasolina de alto octanaje, atrapando a los conductores en la carlinga.
Testigo directo
Cerca del lugar del accidente, había una fábrica de ladrillos refractarios. Uno de los obreros de la planta, Marcelo Neif, escuchó el ruido del auto y se quedó sobre el alambrado para verlo pasar; “Vi a Cabalén pasar muy fuerte, puso la cuarta 500mts antes de la fábrica. Yo calculo que pasó a 230km enfrente mio. El auto se desplazó hacia la banquina izquierda, y levantó mucha polvareda. Vi encenderse las luces de stop, y el auto se cruzó sobre el lado opuesto. También vi algo azul que se levantó 10mts de altura, fue la trompa. Cuando el prototipo se detuvo vi el fuego. Avisé, y salimos todos enloquecidos con matafuegos. Pero llegamos casi cinco minutos después, ya era tarde“. Cuando se le preguntó al testigo por el camión de Vialidad dijo: “Se fue, desapareció“.
Cabalén no muere en el incendio, sino por el tremendo impacto contra el montículo de tierra. Incluso, el volante se le incrustó en el estomago. Francisco Arnaiz, en cambio, muere por el fuego.
Cabalén estaba casado con Ketty Aviani, tuvieron 5 hijos: Gustavo, Marisa, Oscar, Mariana y Liliana, quien nació pocos días después de la muerte de su padre, un verdadero ídolo.
RECUPERARLO Por respeto y por atractivo turístico
Sería bueno que el monolito a Oscar Cabalén sea recuperado, no sólo por respeto a ese ídolo del deporte motor, sino también como referencia turística para la ciudad. En un país tan “fierrero” como éste, probablemente mucha gente se sienta atraída por conocer el lugar en el que dejó de existir uno de los grandes pilotos de Turismo Carretera, de todos los tiempos.
Fuente: diarioelnorte.com.ar/
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