(Por Matías Cala)
Fue parte de la Ciudad Estudiantil peronista y durante cuatro años lo usaron tres equipos del ascenso. Desde 2013 es monumento histórico y está protegido. Pisamos el césped y te mostramos cómo se mantiene hoy.
A diez cuadras de la cancha de River, en el Bajo Belgrano, sobrevive un estadio oculto, algo olvidado, aunque en su origen hay una historia poderosa: se construyó hace más de 60 años, como parte de la Ciudad Infantil y la Ciudad Estudiantil, aquel sueño del primer peronismo de brindar un espacio de contención, educación cívica y felicidad para los chicos humildes y los alumnos más esmerados.
Está dentro de un predio mayor de cuatro manzanas rodeadas por las calles Ramsay, Blanco Encalada, Dragones y Echeverría. En ese lugar funcionan las dependencias del Servicio Nacional de Rehabilitación (SNR), un organismo del Ministerio de Salud. Cientos de personas practican actividades como natación, básquet, tenis, fútbol, vóley, y danzas. Es la base del movimiento paralímpico y ahí también están el INCUCAI y una sede de la Universidad de San Martín con carreras vinculadas a la recuperación física.
El predio es grande, difícil no perderse o confundirse al llegar. Un cartel en la calle Echeverría indica el acceso peatonal.
"Vine a saber sobre el estadio que se adivina desde la calle y por las imágenes del "Street View", y del que casi no hay fotos actuales en la web".
Como apasionado del fútbol, necesitaba estar cerca del campo de juego, sentir la magia de las tribunas, abrazarme al alambrado como se abrazan los adolescentes en un verano fugaz.
Enseguida me acompañaron hasta el estadio que en las escasas referencias en internet aparece con el nombre de ACIR, por la antigua sigla de "Acción Comunitaria Integral de Rehabilitación". El pasto estaba corto y bien cuidado. Igual que la tribuna visitante, con doce escalones que van de esquina a esquina, pintados de blanco.
Hasta ahí me sorprendió para bien. La escena cambiaba en la tribuna de enfrente, su sector oficial y techado en el centro. Estaba descolorida, con aspecto de abandonada. Eso me desilusionó un poco.
Pero ¿Cuál es la historia de este estadio, tan cerca del Monumental, a una cuadra de Monroe y a pocos metros de la avenida Lugones? Vamos para atrás.
La historia formal del predio empezó el 27 de octubre de 1951, cuando se inauguró la Ciudad Estudiantil “Presidente Perón”, una ambiciosa escuela juvenil de formación política ideada para capacitar a hijos de trabajadores (los promedios más altos en sus escuelas) para su acceso a futuros roles dirigentes. Al lado (en la manzana de Echeverría, Ramsay, Húsares y Juramento) funcionaba la Ciudad Infantil Amanda Allen, también creada por la Fundación Eva Perón, dos años antes. Era un hogar modelo que alojaba a chicos huérfanos o con problemas familiares que llegaban de todo el país y estudiaban, se recreaban y vivían en el lugar. Hoy allí funciona el Instituto de Rehabilitación Psicofísica.
Construido de acuerdo a la línea pintoresquista de inspiración californiana preferida por el peronismo (paredes blancas, tejas, celosías pintadas), en el edificio principal de la Ciudad Estudiantil hay una reproducción a escala menor del Salón Blanco de la casa de Gobierno que hoy se conserva perfectamente.
En 1955, con el derrocamiento del Gobierno de Perón, los predios fueron centro temporario de detención de dirigentes peronistas y la bella ciudad a pequeña escala edificada en la Ciudad Infantil fue demolida. Solo quedan algunos vestigios de las casitas, fuentes y paseos.
Las construcciones de la Ciudad Estudiantil, en cambio, perduraron casi intactas. En 1956, en medio del gran brote de poliomielitis que afectó al país, fue conformada la Comisión Nacional Permanente para la Rehabilitación del Lisiado. En 1969 adoptó el nombre de Servicio Nacional de Rehabilitación.
Ayer y hoy, el mismo lugar
En 1998 el gran chalé de la Ciudad Infantil fue declarado monumento histórico nacional. En 2013, por un decreto presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, el área protegida se amplió al resto de las instalaciones de ambos predios.
Quedó incluido el estadio, con sus tribunas, cabinas, mástil y fachadas, y una arquitectura “que emplea el lenguaje de vanguardia, usual en aquella época para los estadios deportivos”, como se describe en los fundamentos del decreto presidencial.
¿Pero cuál fue el destino del estadio durante todas estas décadas?
En 1960 se usó para los partidos de Deportiva Francesa, un equipo de rugby que fue protagonista de los torneos de la época. A finales de esa década se jugaron varios partidos oficiales del ascenso del fútbol argentino.
El club que más lo usó fue Deportivo Español (hoy en la B metropolitana) que hizo de local entre 1968 (cuando descendió después de su primer paso por Primera A ) y 1971. Fueron 34 partidos en esas cuatro temporadas, según precisó Juan Domingo Fernández, miembro del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF). El primero de esos partidos fue el 14 de septiembre de 1968 y el último el 26 de junio de 1971. Curiosamente, los dos frente a un vecino del barrio: Excursionistas.
Excursionistas fue otro de los equipos que usó el estadio de la Ciudad Estudiantil, en 1970. El tercero fue Sportivo Italiano que hizo de local en 1971 en un solo partido, cuando estaba en Primera C. Fue el 7 de agosto, por la fecha 20, en una derrota ante El Porvenir, confirmó el historiador partidario Mauro Salvatore, también socio del CIHF.
Y ahí se termina la historia de los partidos oficiales. El último vínculo que el estadio tuvo con un club fue con Sportivo Barracas, hace dos años, cuando entrenaban allí sus divisiones juveniles.
Unos cuántos años antes de eso, una curiosidad: en 1997 y 1998 se grabaron escenas de juego para la novela RRDT, que protagonizaron Mariano Martínez y Carlos Andrés Calvo.
Actualmente el campo de juego es utilizado por la Asociación de Sordos Argentina (ASO) y por el Centro de Integración Libre y Solidario de Argentina (CILSA), en coordinación con la Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas con Discapacidad (Conadis).
Debajo de la tribuna pintada de blanco funciona el hogar maternal “Mago de Oz”, para los hijos de los empleados del Servicio Nacional de Rehabilitación. Tiene unos treinta alumnos. La magia infantil aún respira en esas aulas.
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