LA CIUDAD QUE NO VEMOS
Ser ciego en Buenos Aires
Veredas rotas, carteles mal colocados, cajones de verdura y rampas mal hechas, son algunos de los obstáculos que enfrentan los no videntes en la ciudad.
Los que ven, no la ven. Es una ciudad con veredas rotas y desniveles, con carteles comerciales ilegales que impiden el paso y provocan accidentes, con rampas en las esquinas que están mal hechas, con baches en los cruces peatonales que además de romper los autos se convierten en obstáculos para más de un 15% de los habitantes de Buenos Aires. Los que, de verdad, no pueden ver.
Después de años de discriminación y de una cultura que los señala como diferentes y excluidos sociales, las personas con alguna discapacidad suelen expresarse con mucha humildad y casi pidiendo perdón porque les hacen falta cosas diferentes, especiales. Necesitan una ciudad sin barreras, algo bastante difícil de conseguir porque exige un cambio cultural y una inversión fuerte por parte del Estado.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, el Dr. Richard Hoover diseñó para los veteranos que habían quedado ciegos un bastón blanco que los ayudara a orientarse con autonomía y de manera segura, además de servirles como distintivo. Pero para que las técnicas de uso del bastón den resultados favorables, las ciudades deben ser previsibles: "no tiene que haber obstáculos. No deberían existir los pozos, los cordones o los carteles mal colocados", dijo Antonio Rodríguez Soto, presidente de APAC (Artistas Plásticos Argentinos Ciegos). La imprevisibilidad impide también el uso de perros guía porque éstos están adiestrados para cruzarse delante de la persona ante la inminencia de un obstáculo. "Acá vivirían impidiendo el paso", agregó este sociólogo que quedó completamente ciego después de cumplir los 50 años.
Aunque tiene un resto de visión en un ojo, Analía Zahra enfrenta a diario los mismos problemas que las personas con ceguera total. "Lo primero que me encuentro al salir de mi casa son las veredas rotas y también los carteles que están ubicados a la altura de la cara", contó esta psicóloga de 30 años que intenta recorrer la ciudad por sus propios medios. "Los invito a observar a un ciego por la calle y van a ver que siempre tiene un chichón o una curita que tapa algún golpe por la falta de advertencias de los obstáculos que se presentan del antebrazo para arriba, donde el bastón no los detecta".
La culpa de que existan estos obstáculos no es sólo del gobierno. Son los comerciantes quienes cuelgan carteles, sacan las mesas de los bares o los productos que venden a la vereda (muebles, cajones de verdura, juguetes o ropa) o instalan toldos muy bajos a la altura de la cabeza de la gente. El arreglo de las veredas es responsabilidad del propietario de la casa, a menos que se trate de una ruptura originada por un árbol o por la misma municipalidad. En ese caso debe repararlas el Gobierno de la Ciudad, que también es el responsable de arreglar las veredas de todas las instituciones públicas. Se calcula que en Buenos Aires hay 18 millones de metros cuadrados de veredas, y fuentes del Gobierno de la Ciudad indicaron que para 2004 hay una inversión prevista de 15 millones de pesos para el arreglo de las que están bajo su responsabilidad.
La arquitecta Silvia Coriat explica que para las personas con discapacidad, la esquina es considerada un punto de intersección complejo porque abarca el cruce, la ochava, el tránsito y los semáforos. La información es múltiple y el peligro también.
Las rampas nuevas se están construyendo del ancho de la senda peatonal y alrededor tienen una línea de baldosas que presenta una textura diferente. Hay caminos construídos con esas mismas baldosas de textura diferente que llegan a la pared de los edificios y su función es la de señalar recorridos para los no videntes de acuerdo a las normas IRAM, que son de aplicación voluntaria. "Los ciegos crónicos detectan datos que les anuncian que están llegando a la esquina. Reconocen sonidos diferentes, una brisa distinta, se orientan por la ochava. El bastón brinda información a través de una combinación entre el rebote y el sonido. El cambio de texturas permite rebotes del bastón diferente y es un buen modo de ofrecer información", señaló Coriat.
Una de las técnicas que les enseñan a los ciegos como entrenamiento para usar el bastón es la de caminar en línea recta. Como las rampas rara vez están alineadas, es común que una persona ciega parta de una para cruzar y del otro lado de la calle se encuentre con el cordón u otro obstáculo.
En las esquinas también están los semáforos. En toda la ciudad de Buenos Aires hay apenas nueve para ciegos y uno está en reparación. "Hacer esa cantidad es tirar el dinero, o son todos o ninguno", dijo Rodríguez Soto.
¿Cómo ayudar?
La psicóloga Analía Zahra recomienda preguntarle a la persona ciega qué es lo que necesita. "A veces, la gente en el afán de ayudar ofrece más ayuda de la que necesitás. Para las personas ciegas es importante indicar el modo en que necesitan ser guiadas: "generalmente es el ciego quien debe tomar al guía, que camina un paso adelante, del hombro o del brazo", aconsejó.
Por Julia Tortoriello
Extraído de:
Informedeldia@claringlobal.com.ar
jueves, 31 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario